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Los fondos públicos a los que tiene acceso casi cualquier ciudad en el mundo, difícilmente serán suficientes para enfrentar todos sus desafíos como el de la seguridad, la limpieza, el cuidado estético de los edificios y lugares públicos o el desarrollo de infraestructura.
Ante esta problemática, a finales de la década de los 60, un grupo de comerciantes de la ciudad de Toronto se organizó para proponerle al ayuntamiento la gestión conjunta del distrito en el que tenían sus negocios. Con este acuerdo el municipio seguiría prestando sus servicios, pero también recaudaría una cantidad extra de esos mismos comerciantes para financiar proyectos destinados a mejorar los servicios o el aspecto de esa zona.
Así, un comité de la asociación de comerciantes gestionaría los fondos extras que el municipio recauda con el fin de de ejecutar y supervisar las obras que determinaron necesarias para su barrio. A esa nueva figura de gestión pública-privada se le llamó Business Improvement District (BID) o distritos de mejora empresarial en español. La fórmula exitosa de esa primera experiencia en la ciudad de Toronto se trasladó a otras ciudades canadienses y luego a Estados Unidos. Actualmente los BIDs existen en una veintena de países, y valdría la pena explorar la viabilidad de estos modelos de cooperación pública privada en algunas zonas metropolitanas de México.
En Estados Unidos cada estado determina la figura jurídica y las normas de constitución de un BID, aunque en todos los estados se debe presentar al organismo municipal un modelo de gestión, una estructura organizativa, aportaciones, presupuestos y planes de acción. En el caso de que la constitución del BID sea aprobada por el municipio, la totalidad de los comerciantes de la zona, incluso los que no votaron su constitución, están obligados a financiarlo con las cuotas que se hayan previsto. El ayuntamiento recauda esas cuotas a través de una sobretasa al Impuesto de Bienes Inmuebles, el equivalente al Impuesto Predial en México, y posteriormente se las transfiere al BID.
A pesar de que la ciudad de Nueva York dispone de un presupuesto anual de 92 mil millones de dólares, equivalente a una tercera parte del presupuesto de todo el gobierno federal en México, existen 70 BIDs en Nueva York que invierten en conjunto más de 100 millones de dólares cada año para mejorar los servicios públicos y la apariencia de sus respectivos barrios.
Con un presupuesto de casi 20 millones de dólares anuales, el BID de Times Square Alliance en Nueva York es uno de los que tienen más recursos y reconocimiento en el mundo. Desde su fundación en 1992, el BID ha contribuido con la transformación de Times Square pasando de una ruidosa, insegura y contaminada intersección vehicular, a una zona completamente peatonal y dedicada a la cultura, a la convivencia y al comercio. Por ejemplo, las incidencias delictivas pasaron de 3,924 en 1993 a alrededor de 500 durante 2018; y los asistentes a las obras de Broadway casi se duplicaron en 2018 a 14.3 millones desde 7.8 millones en 1993. Además, en la zona se tienen registrados 20 mil cuartos de hotel en 2019, un incremento de 2,500 cuartos con relación a 2015, mientras que la tasa de ocupación hotelera promedio anual es de 92 por ciento, en comparación con 88% de ocupación en Manhattan.
La crisis de seguridad que se vivía en Nueva York a principios de los noventa, fue la principal razón por la que se formó el BID de Times Square. En ese tiempo eran comunes los tiroteos en Manhattan, Central Park y el asalto constante a los visitantes de Times Square. Por ello, el BID de Times Square reclutó su propio cuerpo de seguridad, el cual no está armado y tampoco puede realizar arrestos, pero si está capacitado para reportar incidentes, se coordina con la policía de Nueva York y puede evitar delitos menores.
De forma simultánea, las autoridades de la ciudad de Nueva York hicieron un importante esfuerzo para combatir la crisis de seguridad en la ciudad, con un incremento de 35% en la cantidad de policías entre 1990 y 2000, lo que fue el mayor aumento de policías que se experimentó en esa década, en cualquier metrópoli de Estados Unidos. Esto, acompañándose de tecnología con la puesta en operación de cámaras en casi cada esquina de la ciudad y de la política de “tolerancia cero“, la cual consistió en perseguir y castigar faltas menores con el fin de evitar delitos mayores.
La ciudad de Nueva York solía ser un lugar a evitar, la gente estaba huyendo, pero el combate a la inseguridad y la recuperación de los espacios públicos la han convertido en una de las ciudades más prósperas y con una de las valuaciones inmobiliarias más altas del mundo. La tasa de homicidios en 2017 en la ciudad fue de 3.4 por cada 100,000 residentes, muy lejos de los 30.7 que se registraba en 1990.
De la inseguridad y el abandono de negocios, ahora la prioridad del BID de Times Square es lidiar con la saturación peatonal en la zona, mejorar el manejo de basura, combatir el comercio informal, apoyar las casas de asistencia para vagabundos y hacer más agradable la experiencia para los visitantes y habitantes.
No se trata de que el BID asuma competencias de gobierno, sino de fomentar sinergias entre el gobierno local y los habitantes de la zona, de que la iniciativa privada contribuya a definir cómo se mejora el espacio público con el fin de hacer los barrios más prósperos y sus negocios más rentables, al poner a las personas de la comunidad en el centro de la política pública.