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La decisión de Donald Trump de retirar a su país del acuerdo nuclear con Irán se está convirtiendo en una carambola de muchas bandas. De entrada, los mercados anticipan que el precio del barril de petróleo podría rebasar la barrera de los cien dólares, en la medida en que se apliquen sanciones a Teherán. El escenario no es descabellado si se materializan las amenazas de John Bolton, asesor de seguridad nacional, de penalizar a países y empresas que mantengan relaciones normales con Irán.
Así las cosas, un primer impacto de la torpe decisión de la Casa Blanca se traducirá en un distanciamiento entre Estados Unidos y sus tradicionales aliados europeos y en un efecto inflacionario a nivel global. La medida está obligando a Europa a tomar partido. La apertura de la embajada estadounidense en Jerusalén, rechazada en la ONU por los europeos, es otro aspecto que anticipa tensiones inusitadas en la relación transatlántica.
La muerte de más de 40 palestinos que protestaban la instalación de la misión diplomática en Jerusalén ha sido denunciada de inmediato por Europa como un uso desproporcionado de la fuerza. Ello implica que en adelante Estados Unidos e Israel se las verán solos frente a un Occidente dividido y un Medio Oriente bajo una nueva oleada de tensiones. Por primera vez, Arabia Saudita ha indicado la posibilidad de construir sus propias armas nucleares, presagiando que sin el acuerdo, Irán no tendrá mayores restricciones para continuar con su programa atómico.
Rusia saldrá fortalecida por este entuerto. Si de por sí Moscú era el fiel de la balanza en el conflicto de Siria, ahora será la única gran potencia con interlocución efectiva en la zona. La creciente rivalidad entre la administración Trump y los rusos tendrá al Medio Oriente como teatro de operaciones. Los países de la zona iniciarán un realineamiento y, salvo Arabia Saudita, lo más probable es que fomente su unión frente al eje formado por Israel y Estados Unidos.
Bajo el acuerdo que negoció Obama, Washington podría haber solicitado inspecciones al programa nuclear de Irán. Si no lo hizo y más bien se apresuró a retirarse del acuerdo, debemos buscar la explicación en un cálculo de política interna y por brindar apoyo al primer ministro israelí que se encuentra envuelto en un escándalo de corrupción. Desde el punto de vista diplomático, las acciones de Trump no se sostienen.
Curiosamente, los efectos de estas decisiones se sentirán también en América Latina, especialmente en Venezuela. Se sabe de antemano que el chavismo de Nicolás Maduro se impondrá sin la menor duda en las elecciones de este domingo. Con los líderes opositores en la cárcel o en arresto domiciliario, los comicios son un mero trámite. Cuando se anticipaba que este sería el período presidencial más complicado para Maduro, con una economía destrozada, cuantiosas deudas con acreedores extranjeros y un ejército cada día más molesto con el presidente, aparece en el horizonte un barril de petróleo caro que le ofrecerá un oxígeno inesperado. Así, sin proponérselo, quizá sin calcularlo siquiera, Washington se habrá convertido en la tabla de salvación del régimen venezolano.
Internacionalista