A pesar de que Donald Trump ha elogiado la labor de México para contener el flujo de migrantes, una circunstancia desafortunada podría revivir las amenazas de los aranceles. El próximo 17 de julio deberá rendir testimonio nuevamente el fiscal especial Robert Mueller ante el Congreso respecto a un posible acto de obstrucción de la justicia y colusión en el asunto de la interferencia de Rusia en las elecciones pasadas. Esto enfurece como ninguna otra cosa a Trump, quien ha exigido que la audiencia se limite a discutir el contenido del reporte elaborado por Mueller y ni una coma más.
Tan pronto como se fijó la fecha de la audiencia, el equipo político de Trump inició un operativo para distraer la atención del público respecto a las nuevas revelaciones que pudieran surgir. Ese mismo día, el presidente de Estados Unidos tendrá su segundo acto de campaña en Carolina del Norte, un bastión del trumpismo que deberá arroparlo ante cualquier adversidad que se descubra en el Congreso.
Para México, esta situación se convierte, sin tener nada que ver con nuestro país, en un nuevo reto de política exterior. La fecha de la audiencia de Mueller ocurre cuatro días antes de que se venza el plazo de 45 días fijado por Trump para evaluar la actuación de nuestro gobierno en la detención de migrantes. Si el testimonio de Mueller arroja nueva luz sobre la trama rusa, la tentación de Trump para volver a utilizar “la carta mexicana” como elemento de distracción será muy alta.
México le ha servido a Trump como trampolín político y también como una red de seguridad en los momentos más álgidos de su mandato. La ausencia de una respuesta firme en la etapa de Peña Nieto permitió que el mandatario norteamericano cobrara conciencia de que atacar a México carecía de cualquier costo, al tiempo que le ayudaba a incendiar a sus bases de apoyo político. Como candidato, López Obrador ofreció que cada ataque de Trump sería puntualmente respondido. Al ponerse la banda presidencial cambió de parecer, aplicando una postura de apaciguamiento. El resultado ha sido una multiplicación de las demandas de EU.
Cuando culmine el plazo de los 45 días, solamente Trump tendrá la facultad de juzgar si la actuación de México contra los migrantes satisface o no sus expectativas. Así las cosas, dependiendo de cómo le vaya en la audiencia de Mueller, utilizará nuevamente o no la amenaza de los aranceles. Las acciones mexicanas han logrado disminuir el tráfico de migrantes de 140 mil en mayo a 90 mil en junio. No obstante, esto puede manipularse políticamente por parte de Trump y declararlo insuficiente. Así las cosas, la amenaza de los aranceles puede revivir en el momento que elijan en Washington, muy al margen de la efectividad del despliegue antimigrante mexicano. Hemos quedado como presa de los vaivenes y las necesidades políticas del vecino de norte y apenas comienzan las campañas.
Internacionalista