En 1949, Fernand Braudel publicó El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II. En este libro, el historiador francés incorporó un nuevo elemento al entendimiento histórico: la geografía. Con ello revolucionó la forma en la que entendemos el mundo y sus interacciones. Braudel demostró lo que muchos grandes estrategas de la historia ya habían intuido; el territorio y su geografía son actores fundamental de la historia de la humanidad. Los líderes políticos van y vienen y poco pueden hacer con el territorio que heredan, pero la geografía permanece. Es la interacción entre política y geografía la que juega un papel determinante en los movimientos políticos, sociales, económicos y militares del mundo.

En la actualidad esto sigue siendo cierto, aunque cada vez nos es menos evidente.

Nuestras vidas cotidianas y la forma en la que se construyen las noticias dan más importancia a elementos como la tecnología, la diplomacia y la economía simplemente porque son más tangibles y más fáciles de entender para muchos periodistas y analistas. El internet y el avión, entre otras tecnologías nos han desvinculado de la geografía en la que vivimos. Pero esto es una ilusión, la historia sigue definiéndose en sus mares, montañas y ríos. De tal forma que entender los conflictos internacionales puede facilitarse si nos alejamos un poco de los nombres y las causas y nos asomamos a una mapa en busca de entender los periplos geopolíticos. Por eso, para entender Siria, entendamos primero el mapa.

Siria tiene dos grandes problemas; su falta de cohesión interna y su vecindad con poderes más fuertes que ella. La falta de cohesión interna se explica por su orografía. Al este, el desierto presenta pocas posibilidades de poblamiento, al norte, el Eufrates queda muy lejos del Mediterráneo y no hay otro río que una el territorio y a escasos kilómetros de su costa, varias cordilleras vuelven el tránsito complicado. Ésta compleja geografía ha favorecido el desarrollo de grupos culturales separados y muchas veces enemistados; kurdos, cristianos, alauitas, suníes y chiíes todos conviven y compiten en Siria. A esto hay que agregar una vecindad complicada; Turquía, Irán e Israel son las grandes potencias de la región y entre las tres rodean el territorio sirio. Para ellos, Siria funciona como amortiguamiento; a ninguno de los tres poderes les conviene un gobierno hostil en Siria, y por ello, buscan controlar lo que ahí sucede.

El Mediterráneo: Quizás la falla más importante de los analistas políticos contemporáneos es que han olvidado la importancia del mar. El comercio y la guerra son mucho más sencillos y baratos por mar que por tierra o aire. Por eso alrededor del 90% del comercio internacional es marítimo y por eso nunca ha habido una potencia mundial sin acceso a los mares. Irán y Catar son grandes productores de gas y quieren competir por el mercado europeo, pero para ello sus tuberías tienen que llegar al mediterráneo.

La ruta de acceso más plausible es atravesando Siria. Actualmente, el gobierno de Siria es aliado de Irán y de Rusia. Para los rusos, el tema del gas es fundamental; su influencia en Europa es proporcional a la dependencia que tiene Europa en el gas ruso.

Por ello Rusia e Irán han formado una alianza para impedir que Catar, y con ello Europa occidental, pongan un gobierno en Siria que les permita pasar sus tuberías por dicho territorio. Pero Europa no se va a rendir tan fácil; tener tuberías de gas aliado atravesando Siria significa cortar el nivel de dependencia que tienen sobre Rusia y con ello garantizar su subsistencia en caso de conflicto. Europa por un lado, y Rusia e Irán por el otro luchan por el control de Siria y con ello el acceso de las tuberías al mediterráneo.

Rusia: Siria presenta dos elementos estratégicos para Rusia. Por un lado su alianza con el gobierno sirio le permite mantener a Europa dependiente de su gas. Por otro lado, en el puerto sirio de Tartus, los rusos tienen su única base naval con acceso al Mediterráneo. Aunque esta base no es de amplio alcance, permite a los rusos tener presencia en el Mediterráneo sin tener que atravesar el Bósforo, que está bajo control de Turquía que es además miembro de la OTAN. A pesar de su enorme territorio, Rusia tiene problemas severos de acceso al mar. Esto le impide una posición comercial y militar ventajosa pero sobretodo pone en riesgo su seguridad nacional. El puerto de Tartus será pequeño, pero es estratégicamente fundamental para Rusia.

EUA: Estados Unidos tiene varios intereses en la zona; el primero es debilitar a Rusia y su control sobre el gobierno sirio. Lograrlo tendría una doble repercusión, la posibilidad de una Siria aliada con Europa y EUA y con ello el anhelado acceso al mediterráneo para el gas natural. Y por otro, cambiar el balance político de la región, debilitando a Rusia y  afirmando su poder en Medio Oriente. Estados Unidos sabe que no es buena idea una confrontación directa con Rusia, el conflicto en Ucrania demostró que Washington entiende cuales son los límites de su beligerancia. Pero Siria está suficientemente lejos de Moscú como para permitir a EUA demostrarle a Putin que tiene la capacidad de reacción ante el avance del Kremlin.

Turquía e Irán: Ambos son poderes regionales cuya seguridad nacional depende de mantener controlado a Siria. Turquía es el más preocupado; La guerra civil en Siria ha hecho que la frontera Siria con Turquía haya caído bajo dominio de los kurdos quienes son aliados de los Estados Unidos pero enemigos del gobierno turco. Este hecho ha obligado a Turquía a intervenir para proteger su frontera de la formación de un estado Kurdo. El gobierno turco sabe que no tenía opción, pero su operación en Siria sigue sin tener éxito y mientras tanto su situación interna no mejora y sus decisiones externas lo aíslan de sus aliados naturales.

Entender la geopolítica de la región nos ayuda a explicar por qué el conflicto en Siria ha durado tantos años. Siria es geopolíticamente estratégica e internamente vulnerable.

Por ello se ha convertido en el territorio perfecto para un conflicto subsidiario entre los poderes que la rodean. Hoy en Siria hay demasiado en juego y nadie puede darse el lujo de dar marcha atrás. Muchos análisis de la guerra en Siria sobre-enfatizan el aspecto político interno. Algunos de estos análisis parecen sugerir que se trata de una lucha entre el gobierno de al-Ásad, el Estado Islámico y algunos grupos rebeldes. Algunos otros incluso hablan de la democratización del país. En el contexto geopolítico amplio, dichos actores son solo los peones de un conflicto mucho más grande. Echar un vistazo a un mapa nos da los elementos para inferir que, con al-Ásad o sin él, con Estado Islámico o sin él, en Siria habrá conflicto durante mucho tiempo.


Analista político. @emiliolezama

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