Por cada mexicano que adquiere un producto original hay cuatro que compran un artículo ilegal o pirata. El tema no es nuevo. Lo relevante es que los datos más recientes señalan que el fenómeno que se presenta en el país desde hace años se mantiene estable, sin ceder, ocasionando pérdidas al comercio establecido.
El problema siempre es visto como resultado de naciones con débil Estado de derecho, como es la situación en México, pero aquí se combina con factores económicos que generan un ambiente propicio para la proliferación de la piratería.
Los resultados de la Encuesta para la medición de la Piratería en México, que concentra cifras de marzo de 2016 a marzo de este año, indican que 41.9 millones de mexicanos adquirieron algún producto apócrifo (música, película, libros y obras de arte) contra 9.6 millones que adquirieron un artículo de manera legal.
El estudio estima que los mexicanos gastaron en ese lapso casi 21 mil millones de pesos en piratería, con lo cual la hacienda pública dejó de recibir unos 3 mil millones de pesos en impuestos.
El fenómeno tiene muchas caras. Una de ellas es la debilidad en la aplicación y prevalencia de la ley. En diversas ciudades del país la venta de piratería se da a unos metros de oficinas oficiales o frente a ellas. Todo mundo sabe dónde adquirir una película o un disco con música pirata. Si quienes expenden productos apócrifos pueden hacerlo sin preocupación es por la colusión que hay entre autoridades y las redes de venta.
Otro aspecto que representa un impulso a la piratería es el elevado costo de los productos musicales o relacionados con la cinematografía, en un país donde de acuerdo con el Inegi, 24 millones de mexicanos tienen un sueldo de apenas dos salarios mínimos, unos 5 mil pesos al mes. La entrada al cine de una familia representaría para muchos prácticamente el sueldo de una semana. Para millones de mexicanos, las películas pirata representan la única opción de acercarse al cine.
El problema no es exclusivo de México. La piratería física o digital es un problema global.