El gobierno de la 4T ha dado múltiples muestras del desprecio que tiene hacia los Organismos Constitucionalmente Autónomos (OCA). No le gustan y le incomodan sus funciones y funcionarios, que fueron electos durante gobiernos anteriores. Destaca en esta animadversión los altos presupuestos para su operación y el gran poder que les otorga la constitución. Muestra fehaciente de ello es la reciente desaparición del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), para lo cual el mismo presidente orquestó una campaña mediática muy agresiva de desprestigio hacia la institución. Utilizó todo su poder político para denostar la función evaluadora sobre los componentes del Sistema Educativo Nacional (SEN), incluyendo a sus docentes y directivos. Andrés Manuel López Obrador (AMLO) calificó como punitiva la evaluación que realizó el INEE y lo acusó de ser cómplice en la campaña que el gobierno de Enrique Peña Nieto emprendió en contra del magisterio mexicano. Especialmente, lo acusó de ser el orquestador de la “evaluación punitiva” hacia los maestros, cuando ello es totalmente falso: el Instituto nunca tuvo esa atribución. Igualmente, lo acusó de apoyar la reforma educativa del sexenio pasado y su falta de autonomía para oponerse a ella; como si ello hubiera sido posible. Sería tanto como si el CONACyT se opusiera a la reducción presupuestal de los centros de investigación a su cargo, ordenada por AMLO.
Ante la embestida presidencial en contra del INEE, MORENA y el Congreso de la Unión (incluyendo al PRI, entre otros, pero no al PAN) aceptaron el veredicto presidencial de eliminar a una institución de gran prestigio internacional, cuya principal función era la generación de información objetiva sobre el SEN y cuyos cientos de publicaciones dan cuenta de ello. Es decir, el gobierno de la 4T actuó de manera inquisitoria, condenando al INEE a la pena de muerte, sin darle oportunidad de que se pudiera defender. Hecho consumado que no tiene reversa y que, en su momento, la historia lo podrá juzgar.
Ante esta situación, hubiera esperado que el resto de los OCA (o al menos uno de ellos) se hubieran pronunciado públicamente, defendiendo la necesidad de contar con organismos autónomos que coadyuven a alcanzar una democracia mexicana fuerte. Sin embargo, esto no sucedió, guardaron silencio, ya sea por falta de solidaridad hacia uno de sus hermanos caído en desgracia o por miedo a las consecuencias que la 4T pudiera tomar en su contra. Posiblemente, nunca pensaron que a ellos los tocaría pasar por una situación similar a la ocurrida al INEE. Estaban equivocados, la 4T empieza a apuntar la mira hacia sus cabezas.
Evidencia de ello son las declaraciones y manifestaciones de la 4T en contra de algunos OCA. Por ejemplo, se lee en la prensa que el sistema electoral enfrenta cuestionamientos, ya sea porque es muy caro (lo que le valió un recorte presupuestal importante), porque son muchos quienes conforman la Junta de Gobierno del Instituto Nacional Electoral (INE, lo que podrá terminar en un cambio en su ley) o porque son innecesarios los cuerpos electorales de los estados (lo que podría terminar en su desaparición). La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) también ha recibido muestras del poco aprecio que le tiene el presidente, al rechazar la invitación que le hiciera para asistir a la presentación de su informe de labores. Igualmente, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), ha recibido múltiples muestras del desprecio que le tiene AMLO quien, en algún momento, se refirió a esta institución como una “tapadera” del caso Odebrecht y quien le ha negado a su Junta de Gobierno una solicitud de audiencia.
En fin, los OCA están como la película El Silencio de los Inocentes, a la expectativa de que los degüellen. Ni uno sale a la defensa del otro y, a veces, ni de ellos mismos. Es una lástima ser testigo de cómo se erosionan las instituciones en México, en aras de combatir la corrupción y la pobreza. Creo que debería ser al revés: para combatir los males que aquejan al país se debería fortalecer a las instituciones, especialmente su autonomía, ya sea técnica o política. Solo así podríamos aspirar a alcanzar la meta de contar con una verdadera democracia.
@EduardoBackhoff