Uno de los nuevos atributos que tiene el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), a partir de que se le otorgó su autonomía en 2013, es emitir directrices que orienten el diseño de políticas y programas para la mejora de la educación de nuestro país. Estas directrices son de observancia obligatoria, aunque no son vinculantes; es decir, las autoridades educativas deben analizarlas y emitir su opinión respecto a aceptarlas o rechazarlas. En el primer caso, deberán de precisar la forma en que se implementarán, mientras que en el segundo deberán justificar las razones por las que no se acatan. Hasta el momento, el INEE ha emitido directrices en cuatro ámbitos: 1) formación inicial de los docentes de educación básica, 2) atención educativa de familias de jornaleros agrícolas migrantes, 3) atención educativa de niñas, niños y adolescentes indígenas y 4) permanencia escolar en la Educación Media Superior (EMS).
En nuestro país, la obligatoriedad de la EMS inició en 2012, previendo una década para alcanzar su universalidad; es decir, se pretende que para 2022 todos los jóvenes del país, entre 15 y 17 años, estén dentro del sistema educativo. El reto de lograr esta meta en México es enorme, ya que en la actualidad tres de cada 10 jóvenes, en el rango de edad señalado, no estudia; de los que ingresan a la EMS cerca del 30 % no la termina en el tiempo esperado y una gran proporción de quienes sí logran concluirla lo hacen con grandes deficiencias académicas (una tercera parte no comprende lo que lee y dos terceras partes carecen de las habilidades elementales de álgebra). Por otro lado, aunque la tasa de abandono en este nivel educativo ha disminuido en los últimos años -pasando de 16.5 % (2005-2006) a 13.3 % (2015-2016)-, su ritmo de decrecimiento no ha sido tan rápido como sería deseable, por lo que todavía entre 600 y 700 mil jóvenes salen del sistema educativo anualmente.
De acuerdo con información reciente de la Secretaría de Educación Pública (SEP), el abandono escolar en EMS es producto de diversos factores: 38 % por causas económicos, 41 % por motivos escolares-institucionales, 5 % por problemas familiares-personales y 16 % debido a otras variables, (ej.: inseguridad). Entre las causas atribuibles a los alumnos destacan el desinterés por el estudio, la dificultad para comprender a sus profesores y la alta reprobación. Estas condiciones se agravan por las deficiencias académicas de los estudiantes, acumuladas desde la educación básica, que se acentúan y hacen crisis en el primer año escolar de EMS.
Por otro lado, el abandono se puede entender como un síntoma de los problemas que padece el sistema educativo, como son la rigidez y escasa pertinencia curriculares; problemas de coordinación entre los distintos subsistemas educativos; falta de formación didáctica de los docentes; prácticas pedagógicas anacrónicas; falta de tutorías académicas; y falta de infraestructura y equipamiento escolar. Adicionalmente, la Educación Media Superior padece de una gran inequidad en su oferta educativa, que se traduce en que las poblaciones estudiantiles con mayores carencias sociales y económicas reciben los servicios educativos de menor calidad, como son el servicio de Educación Media Superior a Distancia, el telebachillerato comunitario y el telebachillerato estatal.
Si bien es cierto que la SEP ha implementado diversos programas para enfrentar la deserción escolar, tales como el Movimiento contra el Abandono, el Sistema de Alerta Temprana y el Sistema Nacional de Tutorías Académicas, también es verdad que aún falta mucho por hacer para abatir este problema y convertir en realidad el derecho que tienen todos los jóvenes a recibir una oferta educativa de calidad, permanecer en el sistema, concluir la EMS y adquirir los aprendizajes que demandan los planes y programas de estudio correspondientes.
Por lo anterior, a fines de 2017, el INEE emitió un grupo de directrices para mejorar la permanencia escolar en la EMS, que atienden los siguientes aspectos: 1) fortalecer las acciones para la permanencia en los planteles, 2) mejorar la formación de tutores y las condiciones para su desempeño, 3) fortalecer las competencias docentes, 4) afianzar la identidad escolar de los jóvenes y 5) ampliar las estrategias de reincorporación educativa.
Corresponderá a las autoridades educativas y organismos descentralizados implementar acciones acordes a sus distintos contextos socioeducativos para garantizar el cumplimiento del derecho de todos los jóvenes a permanecer y culminar la EMS. El INEE deberá continuar evaluando y difundiendo las características de este nivel educativo y la forma en que se atienden las directrices emitidas. Finalmente, la sociedad tiene la obligación de estar atenta de los problemas que padece el país en la materia y de exigir al Estado que se implementen políticas y programas eficaces para la mejora de la educación en México.