Para 2018, las perspectivas de las reformas económicas en México se empantanan cada vez más, no obstante, los migrantes continúan enviando miles de millones de divisas y se instrumentó un brutal incremento en el endeudamiento externo, los indicadores macroeconómicos y de la balanza de pagos no reflejan posibilidades de reposicionar la dinámica económica en el corto y mediano plazo.
En 2017, los migrantes enviaron a la economía mexicana más remesas que en cualquier otro año, ahora con un máximo histórico que supera los 28 mil, 500 millones de dólares (md), lo cual representó a la oferta de divisas en el mercado cambiario una aportación, cada día hábil, de 109.6 md. Esta aportación del migrante para mantener un tipo de cambio menos volátil, es muy superior al monto de coberturas cambiarias que destina el Banxico en las subastas de dólares, el cual se anunció en diciembre del 2017 ascendería a 500 md, cada vez que se requiriera.
Para evitar que las reservas internacionales aceleraran su descenso y que el tipo de cambio del dólar respecto al pesos y la inflación se dispararan, el Banxico aportó, tan solo en este último año, 5,000 md de sus reservas internacionales; lo cual representó en el mercado cambiario únicamente el 17.5% de las remesas. El uso de las reservas ya se hizo una práctica recurrente y se constata si se observa su tendencia desde enero de 2015, (mes en el que las reservas internacionales alcanzaron su cúspide) a diciembre de 2017, donde las reservas internacionales sufrieron una disminución acumulada de 23.2 mil millones de dólares. La cual se dio principalmente porque el Banxico, subastó divisas para atenuar la volatilidad de la moneda, y evitar que la devaluación superara los 22 pesos por dólar y la inflación rebasara el 6% anual.
La política de metas de inflación o la contención de la inflación basado en el manejo del tipo de cambio se tambalea, pues no se respaldó en la producción. Hasta el 2014, se redujo la inflación con base a el fortalecimiento de las reservas internacionales sustentadas únicamente en los ingresos de las exportaciones petroleras y los miles de millones de dólares aportados directamente al mercado cambiario por remesas de migrantes.
Al derrumbarse el ingreso del sector público, por la caída de los precios internacionales y de los volúmenes de exportación del crudo y por el abandono de la producción petroleras y su refinación a cambio de la reforma energética, el Banxico, perdió a su principal proveedor de divisas para fortalecer las reservas internacionales, por lo que se vio obligado a recurrir a incrementar la Deuda Pública Neta, la cual se elevó del 32.1% del PIB en 2013, al 41.8% a fines del 2017 (Banxico).
El objetivo político concreto: el mantenimiento de una tasa de inflación baja y estable (Woodford, 2003), ya resulta imposible alcanzarlo. Por los costos que representó el contener la inflación en menos de 6% en 2017, se avizoran el fin de la disminución de los niveles de inflación observados en México de 1995 a 2014. Todo indica que el “nuevo consenso monetario” del que nos habló Woodford (2003), Taylor (1993; 2001) y Bernanke (1997), ya mostró sus limitaciones y las perspectivas señalan que el tipo de cambio y la inflación serán menos controlables a partir del segundo semestre del 2018.
Profesor en la Facultad de Economía
de la UNAM. caceps@gmail.com