El gobierno que regirá a México a partir del 1 de diciembre plantea un cambio sustancial en lo que debe ser la economía del sector público y el bienestar social. Esa propuesta solo será posible si progresivamente se destinan recursos para fomentar una política económica de desarrollo industrial de bienes de capital, que genere riqueza que se quede en el país para combatir la pobreza.

Es urgente dar los primeros pasos para conformar un Estado que económicamente fomente el papel del nuevo Estado. Históricamente ningún país industrializado ha prescindido de su participación; en las posguerras, fomentó el capital financiero, apalancó el endeudamiento para desarrollar la industria pesada. Actualmente los países más exitosos tienen como base un Estado participativo.

En México se aplicaron dos modelos económicos que impidieron su industrialización. El de Sustitución de Importaciones de bienes de consumo producidos con maquinaria importada, de los años de la posguerra a inicio de los 70. Y el modelo neoliberal, que podemos denominar “Promotor de Importaciones de mercancías baratas”, de 1982 a la fecha. Ambos carecieron de una política de industrialización de bienes de capital y los presupuestos nunca promovieron el desarrollo de tecnología.

El Estado obeso y el minimalista que establecieron solo benefició en lo personal a quienes se asociaron con transnacionales, para distribuir sus servicios e intermediar para vender importaciones. El presupuesto se orientó a favorecer las inversiones y garantizar las ganancias multimillonarias y el “desarrollo” personal de estos revendedores de mercancías importadas, a quienes además les favoreció con concesiones, exenciones fiscales, donación de terrenos, construcción de infraestructura, etc. Sin hacer transferencia tecnológica, el gasto del gobierno y su proteccionismo, lo reclaman las ensambladoras automotrices y de bienes electrónicos extranjeras. Junto con sus socios nativos presionan para que les dejen hacer y dejen pasar servicios bancarios, ventas de telefonía, autos, teléfonos celulares, computadoras portátiles, pantallas, señales satelitales, bebidas, tabaco y comida chatarra, etc. Mercancías y servicios de las grandes transnacionales estadounidenses, españolas, coreanas, chinas, cuyos países sí desarrollan y capitalizan con su industria de capital.

El abandono del papel del Estado en la economía es una cuestión ideológica copiada sin fundamentos en nuestro país. Para conocer cual es el peso del Estado o tamaño en la economía, hay que tener presente que, en los países industrializados de Europa, sus presupuestos representan entre el 45 y 58% respecto de su PIB, en EU, su participación asciende a más de 35%, mientras que en México es de un 24%.

Después de 36 años de promesas de desarrollo y persistencia de desequilibrios económicos, endeudamiento externo y de 53.4 millones de habitantes en pobreza, es imprescindible desechar el neoliberalismo. Sus limites son evidentes, EU hoy tiene que recurrir al proteccionismo, entre otras cosas por su fracaso en el combate a la pobreza, la cual supera los 43 millones de habitantes. Como ya lo señalaba Joseph Stiglitz (2003), los mercados no solucionan la industrialización de un país por si solos “y las teorías económicas de la filtración o goteo preconizadas por los fundamentalistas del mercado sencillamente no funcionan (…). Son pocos los que creen hoy en día que los mercados se autorregulan tan bien por sí solos que no es necesario que el Estado intervenga en la política macroeconómica”.

Profesor en la Facultad de Economía, UNAM
e integrante del CACEPS. caceps@gmail.com

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