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El problema de la migración estuvo presente a lo largo de todo el año en México por las varias caravanas migrantes que cruzaron por el territorio, especialmente en el último trimestre. Buena parte de la población mexicana conoció de cerca la situación de miles de personas que huyen de sus países en busca de mejores oportunidades. Muchos fueron empáticos; otros, los menos, se opusieron a brindarles ayuda.
En 2019 el problema podría aumentar luego de que Estados Unidos comunicó ayer al gobierno mexicano que tiene “la intención de devolver a extranjeros, no mexicanos, a nuestro país para que aguarden aquí el desarrollo de su proceso migratorio en Estados Unidos”. Una decisión que en principio parece una imposición y no resultado de un consenso.
La solicitud de asilo al gobierno estadounidense es un trámite que puede tomar varios meses. Así, ciudades mexicanas ubicadas en la frontera pasarían a ser receptoras de decenas, centenas o miles de migrantes.
El gobierno mexicano dio a conocer que ejercerá su derecho de admitir o rechazar el ingreso de extranjeros, pero por razones humanitarias y de manera temporal protegerá a las personas migrantes en particular a los menores de edad.
De concretarse la decisión estadounidense, estaríamos en los hechos volviendo a la época pre-TLCAN, cuando la relación bilateral se definía por el poderío económico del país vecino. La opinión pública de ese entonces visualizaba a México como el patio trasero de Estados Unidos, resultado del vínculo de subordinación prevaleciente.
En el tema migratorio no puede haber soluciones unilaterales, las consecuencias sociales que detonan el problema deben tratarse de manera conjunta. Un primer paso se dio esta semana cuando se anunció que México y Estados destinarán recursos para impulsar el desarrollo de las zonas expulsoras de migrantes en Centroamérica.
Dejar a un país la totalidad del problema es injusto. La Unión Europea, que ha enfrentado el problema desde hace años, distribuye la carga entre sus integrantes.
Aquí, el Instituto Nacional de Migración adelantó que en el corto plazo no podría hacer frente a la situación planteada por el gobierno estadounidense al no contar con estructura para operar dichos retornos de migrantes.
Antes de que EU comience con esa práctica lo adecuado es adoptar acciones de común acuerdo y descartar imposiciones; la concepción del patio trasero hace tiempo quedó atrás.