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Los controles en toda empresa son necesarios para garantizar su desarrollo y su desempeño eficiente. Por ejemplo, controles para que la seguridad, el correcto manejo financiero y la producción se cumplan de manera cabal, y todos los integrantes de la organización se beneficien de ello. Permitir rendijas que influyan en el debilitamiento de cualquier aspecto operativo frenará el avance de la organización y podría resultar en consecuencias más graves.
De acuerdo con información que hoy publica este diario, Petróleos Mexicanos ha enviado la señal de que los controles no parecen relevantes, pues carece del dato preciso del crudo que sale de los pozos y del que se entrega a los buquetanques para exportación. ¿La razón? Los sistemas de monitoreo, control y medición muestran fallas en seis de cada 10 equipos. En 2015, de 60 sistemas de medición para el despacho de crudo para la exportación, 40 equipos no cumplían con la regulación requerida.
Pemex determinó subsanar el problema para que a partir de 2017 tuviera el control de los volúmenes producidos y exportados. Sin embargo, por razones presupuestales, la administración pasada dejó inconcluso el proyecto, con un avance de apenas 39.34%.
En el siglo pasado Petróleos Mexicanos fue considerada la palanca del desarrollo mexicano. Ricos yacimientos y elevados precios de petróleo parecían la fórmula que el país necesitaba para avanzar. El bienestar generalizado nunca llegó y la gallina de los huevos de oro vino a menos, envejeció.
En lo que va de este siglo la situación no hizo más que empeorar. Se conocieron casos de directores de la petrolera involucrados en desvío de recursos. El sindicato se volvió una pesada losa con trabajadores que perciben elevados salarios, jugosas prestaciones y jubilaciones doradas.
A lo anterior se sumó el embate de grupos que roban combustible y dejan pérdidas por miles de millones de pesos al año. En 2016 se conocieron los primeros casos de robo a instalaciones de Pemex en altamar; ese año se registraron 38, pero la cifra creció a 103 en 2017.
Pemex ha recibido un revés tras otro. No puede hablarse de un solo culpable. Para llegar a la situación actual tuvo que darse la complicidad u omisión tanto de algunos directores como de varios trabajadores e incluso el desinterés de altas esferas gubernamentales.
Controles estrictos, que se cumplan de manera plena, es lo menos que se le pide a las actuales autoridades.
Petróleos Mexicanos merece enderezar el camino y corregir su línea descendente.