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Si algún migrante —especialmente de origen centroamericano— logra burlar la vigilancia en la frontera sur y evitar asaltos, violaciones o bandas criminales en su recorrido por territorio mexicano, todavía tendrá que vencer la última línea de soldados mexicanos en el norte.
México cerró la pinza para contener la migración. La semana pasada se dio a conocer que más de 6 mil elementos de la Guardia Nacional habían sido desplegados en 23 municipios fronterizos del sureste.
Este lunes el secretario de la Defensa anuncia que hay 15 mil efectivos a lo largo de la frontera norte para realizar la misma tarea: evitar el paso de migrantes indocumentados a Estados Unidos.
Con este tipo de operativos el país ha puesto en marcha lo que por mucho tiempo criticó a Estados Unidos: el despliegue militar para frenar el éxodo de hombres, mujeres y niños que huyen de la pobreza y la violencia extrema. A los migrantes, México ofrece una imagen de la fuerza, de coerción y de rechazo. La señal de la mano extendida quedó para mejor momento.
Para quien intenta ingresar a México realizando los trámites oficiales —sea para quedarse aquí o seguir su viaje a EU—, el país le ofrece un escenario nada halagador.
Las estaciones migratorias del sur del país, de acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos, registran hacinamiento por la sobrepoblación de hasta 400%. En Tenosique, Tabasco, por ejemplo el cupo es para 70 personas, pero alberga a más de 250.
La circunstancia se ve favorable, lamentablemente, para los llamados coyotes, que por cuantiosas cantidades ofrecen el traslado a Estados Unidos, en medio de graves riesgos para quienes aceptan sus “servicios”. Hace una semana elementos de la Policía Federal y del Instituto Nacional de Migración (INM) detuvieron en Veracruz cuatro tráileres que transportaban 791 migrantes indocumentados, entre ellos, niños. Unos días antes, en la misma zona, Zenaida, una joven salvadoreña de 19 años, fue muerta de un balazo en la frente cuando viajaba en un vehículo con otros migrantes; las causas del disparo aún no son claras como tampoco las estrategias oficiales para desarticular a los traficantes de personas.
Con militares en las fronteras, una vez más el Ejército realiza tareas que no corresponden a su formación. El argumento es que los civiles estaban rebasados por el fenómeno migratorio.
México se ha volcado a contener los flujos migratorios a cualquier costo, sin tener garantizado que el gobierno estadounidense vuelva a amenazar con la imposición de aranceles a las exportaciones mexicanas. Ya se verá.