Los países del mundo, convocados por Naciones Unidas, pactaron en 2016 iniciar la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para 2020. Faltan menos de seis meses para el inicio de los llamados Acuerdos de París y el gobierno mexicano no da indicios de las tareas que desplegará para unirse al esfuerzo global.

Durante siglos el desarrollo industrial en el mundo transcurrió haciendo un uso excesivo de los recursos naturales y contaminando el ambiente. El planeta lo resintió y envió señales. La más importante y notoria fue el inicio del derretimiento de glaciares en los polos terrestres, producto del calentamiento global, ocasionado a su vez por los GEI entre los cuales destaca el dióxido de carbono, cuya emisión a la atmósfera ocurre por el uso de combustibles fósiles (petróleo) en procesos de la industria y en medios de transporte.

A nivel mundial, México es el decimosegundo país que más toneladas de GEI arroja a la atmósfera. Las acciones que tome o deje de hacer pueden ser decisivas para alcanzar el objetivo principal de mantener el incremento de la temperatura global muy por debajo de los 2 grados centígrados.

El gobierno mexicano se comprometió para 2030 a disminuir 22% las emisiones de GEI y 40% las de contaminantes como carbono negro, que se produce por la combustión incompleta de productos derivados del petróleo. Dos de los actuales proyectos de infraestructura federales van en dirección contraria a esas metas: la construcción de una refinería en Dos Bocas, Tabasco, y una termoeléctrica en Huexca, Morelos.

Para expertos consultados por este diario existe una desconexión entre las políticas oficiales y la tendencia global de avanzar hacia energías más limpias.

Si todavía hay quienes dudan del cambio climático, la Unión Europea dio a conocer ayer que junio fue el mes más caliente de la historia en ese continente. Un dato más a los que se divulgan de manera frecuente alrededor del mundo.

En el mundo hay fuentes energéticas que se extinguirán algún día —probablemente más pronto de lo que se cree— y otras que persistirán mientras el planeta siga girando. La energía solar, por ejemplo, no requiere de crear instalaciones que puedan dañar el medio ambiente, se trata de un recurso limpio y gratuito.

En la cruzada para hacer compatibles el desarrollo y la protección al ambiente las naciones deben ir en sintonía. México no puede dar la mala nota. Rectificar el camino se vuelve necesario.

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