Desde hace algunos meses la atención de todos ha estado enfocada en las caravanas de millares de centroamericanos que ya casi a diario están cruzando el país con destino hacia Estados Unidos, ya sea en busca de oportunidades de trabajo que en sus naciones de origen se les niegan o no existen, o bien, huyendo de la violencia y las pandillas que los acosan en su cotidianidad.

Sin embargo casi no se ha hablado de la existencia de otro grupo de desplazados cuyo tamaño no es poca cosa. Se trata de alrededor de 31 mil mexicanos que durante el año pasado tuvieron que dejar su lugar de origen por causas de fuerza mayor como los desastres naturales o huyendo de la violencia generada por el empoderamiento regional de la delincuencia organizada.

Un informe del Observatorio de Desplazamiento Interno del Consejo Noruego para Refugiados revela que también entre nuestros connacionales se experimenta esta necesidad de dejar el terruño y buscar nuevas perspectivas ya no sólo en pos de una vida mejor, sino por lo menos para dejar una peor. El reporte señala que aunque del total de desplazados, la mayor parte, unas 20 mil personas, lo hicieron al verse afectados por algún fenómeno natural (se calculan hasta 13 mil afectados por un solo evento, la tormenta tropical Willa), existe también una preocupante cifra de 11 mil personas cuya razón para migrar ha sido como escape de la violencia a la que han estado expuestos en sus lugares de origen. Los principales focos rojos son Chiapas, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Sinaloa, Chihuahua y Baja California. Es de suponer que en el registro para cuando 2019 concluya, se sumarán entidades como Guanajuato y Puebla, e incluso el Estado de México.

Estar bajo el yugo de una delincuencia que cada vez se muestra más descarada y desafiante, hace un infierno de la vida de la gente a la que afecta ya sea con sus extorsiones, secuestros o sus exigencias de reclutamiento de integrantes para ponerlos al servicio de intereses cada vez más oscuros e incomprensibles.

Como se ve, no sólo el problema es el de los asesinatos como afectación directa del crimen organizado, pues también están esas otras historias de las que pocos se enteran pero que cada una encierra una vorágine de angustia y desazón. Se ha puesto mucho énfasis en la migración centroamericana, pero no debemos olvidar que en estos momentos hay al menos 31 mil compatriotas que fueron obligados a emigrar dentro de México por la violencia. Queremos un país con progreso, pero el reclamo hoy más que nunca, es por una nación con estabilidad, paz y tranquilidad.

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