México ha vivido prácticamente desde el inicio de este siglo con olas de inseguridad. Se controla en algunas regiones, pero luego repunta en otras. Se desbaratan grupos criminales, pero de los despojos surgen nuevos y cada día más violentos.

Gobiernos de diferentes partidos no han encontrado la fórmula para que los niveles de criminalidad desciendan. El problema nunca ha desaparecido, más bien solo se contiene, aunque con dificultades.

Con la llegada del gobierno de Andrés Manuel López Obrador nadie pronosticaba un cambio en el panorama de un día para otro... o siquiera en los primeros meses.

El nivel de criminalidad, sin embargo, está incrementándose, al grado que expertos aseguran que el primer trimestre del año será el más violento del que se tenga registro. A las elevadas cifras de enero y febrero falta sumar sumar los datos de marzo (que serán públicos el 20 de abril) y todas las estimaciones apuntan a que se mantendrá la tendencia al alza.

La propuesta principal del gobierno federal para combatir el crimen es la creación de un nuevo cuerpo de seguridad –la Guardia Nacional–, ampliamente criticado porque expertos consideran que apuesta a la fórmula ya probada, poco exitosa, de incorporar a militares en la lucha al crimen; también la ven como un riesgo para el respeto a los derechos humanos. Con el fin de disminuir esos señalamientos, la alta comisionada de la ONU para derechos humanos, Michelle Bachelet, se encuentra en el país para anunciar que acompañará la conformación de la Guardia.

La violencia ha modificado la vida de miles de personas en distintas ciudades del país; el añejo reclamo ciudadano de seguridad ha derivado en cambios a las actividades cotidianas de la población, ante los escasos resultados de las autoridades. ¿Qué ha fallado?

La inseguridad es un problema profundo en el que se insertan también situaciones económicas, políticas y sociales de las regiones donde se registran los mayores índices de violencia. Mientras no se atiendas todos los factores que la fomentan, los resultados no serán exitosos.

Además, la solución solo comenzará a vislumbrarse en el momento en que se sienten bases definitivas para que la estrategia adoptada vaya más allá de ideologías partidistas y que las estructuras creadas no sean blanco de vaivenes políticos.

La modificación sexenal de las estructuras de seguridad solo generan confusión e ineficacia, en lugar de incertidumbre y eficiencia.

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