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México se convirtió en la última década casi en un paraíso para las bandas dedicadas a la trata.
Ante la presión de grupos civiles, las autoridades han puesto énfasis en combatirla, pero los casos siguen presentándose, y en ellos niños, adolescentes y mujeres son las principales víctimas. En el mundo, la Organización de las Naciones Unidas ha establecido que aproximadamente 30 por ciento de las víctimas de la trata son niños, y un 70 por ciento son mujeres y niñas.
Datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública refieren que de enero a junio de 2018 el total de víctimas de trata a nivel nacional asciende a 218, por las cuales se abrieron 154 carpetas de investigación.
La explotación con fines sexuales tiene un modus operandi ampliamente conocido. Jóvenes en situación de vulnerabilidad son contactadas por medio de redes sociales; usualmente con falsas promesas de casamiento son engañadas para que abandonen su casa, y en poco tiempo se encuentran inmersas en el mundo de la prostitución.
Esta modalidad cuenta también con un rostro internacional: desde México ofrecen “trabajo” a mujeres que viven en países con grave situación económica, como Venezuela. Al llegar al país, una extensa red se colude para explotarlas: desde personal de migración en aeropuertos, taxistas y empleados en moteles de paso hasta personal que controla las páginas de internet en las que ofrecen servicios sexuales.
El delito inicia con la captación de la víctima, su transporte y recepción con el propósito de explotarla, y termina donde empieza la manera en que van a esclavizar a la persona; a partir de ese momento comienzan a configurarse otros ilícitos.
Aunque en la mayoría de los casos la trata tiene una modalidad de explotación de carácter sexual, menores de edad y jóvenes están siendo forzados para integrarse a las filas de bandas criminales. La Comisión Nacional de Derechos Humanos reconoce que se ha avanzado en visibilizar esta otra forma de trata, por lo que urge al Estado a definir la manera en que va a trabajar para contener ese ilícito.
Cuando se muestran avances en contener la explotación sexual, los grupos empiezan a diversificarse y ahora es el crimen organizado el que va tras niños y adolescentes.
Autoridades enfrentan un delito que cambia de objetivo y no cede. Por ese motivo, la estrategia debe ser atacar las causas estructurales como pobreza, corrupción, impunidad y falta de acceso a oportunidades. Hay zonas en México que reúnen esas condiciones. Ahí el riesgo es mayor, ahí debe comenzar a trabajarse.