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Este año se cumplieron 80 años de la nacionalización de la industria petrolera, un sector que ha venido a menos en la última década. En 2017 la producción mexicana cayó por debajo de los 2 millones de barriles diarios, niveles que no se registraban desde 1980, y el descenso no se detiene. Actualmente el país produce 1.8 millones de barriles al día.
El declive del sector tiene muchas explicaciones, desde la caída de los precios del crudo y el agotamiento de los yacimientos hasta la falta de inyección de recursos a Petróleos Mexicanos y las obligaciones fiscales de la empresa con las finanzas públicas.
La reforma energética aprobada hace más de tres años tenía como objetivo abrir la producción de hidrocarburos a la iniciativa privada —nacional y extranjera—, además de liberar a Pemex de cargas que limitaban su desarrollo.
En este lapso poco ha cambiado. Regiones antaño productoras y con auge económico ubicadas en Veracruz, Tabasco y Campeche continúan sumidas en una virtual parálisis ante la nula actividad productiva.
En medio de este escenario, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció ayer que en 2019 Petróleos Mexicanos contará con 75 mil millones de pesos adicionales a lo que ejerció este año, con el fin de invertir en explotación y perforación de pozos.
Dedicar dinero a un sector que durante años fue clave para el desarrollo nacional es una medida que agradecerán las zonas petroleras que hoy parecen pueblos fantasma y que ayudará a reanimar una industria anquilosada; aunque también significa dotar de amplios recursos a una industria que en el futuro podría quedar rebasada.
Desde hace algunos años muchos de los vehículos que se construyen en el mundo no requieren de gasolina para desplazarse, sino de electricidad. Las naciones más avanzadas están apostando a esa tecnología que además es amigable con el ambiente por no producir emisiones contaminantes.
Apostar a refinerías y al petróleo tendrá un impacto económico en millones de personas porque —es cierto— la energía producida por restos fósiles todavía es la más utilizada en el mundo, sin embargo no debe hacerse a un lado la inversión en los procesos limpios que implican las energía renovable. Hace casi un siglo México decidió atar su desarrollo al petróleo, el país tiene que prepararse ahora para el futuro.