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Los programas sociales para erradicar la pobreza y la desigualdad tienen décadas formando parte de los planes oficiales. En la actual administración representan uno de los pilares de las acciones gubernamentales. Después de los recursos que se entregarán a los adultos mayores, el segundo en importancia es el que destina durante un año apoyos de 3,600 pesos mensuales a jóvenes de entre 18 y 29 años con el objetivo de que reciban capacitación y desarrollen habilidades para comenzar su experiencia laboral.
El escenario que dibujan los proyectos siempre es descrito de manera ideal, pero la realidad suele ser distinta.
En el municipio mexiquense de Naucalpan, por ejemplo, ofrecen a propietarios de tortillerías, pollerías, carnicerías e incluso al comercio informal capacitar a jóvenes. Ellos capacitan y utilizan la mano de obra, mientras el gobierno federal paga el apoyo económico de quienes se inscriben.
¿Es la forma correcta de apoyar a jóvenes que no pudieron continuar sus estudios y que por falta de conocimientos no encuentran acomodo en el sector laboral? Sin menospreciar el comercio, de entrada parece contradictorio que en un municipio con vocación industrial como Naucalpan —que podría ofrecer capacitación para oficios más calificados— se apueste por los micronegocios. Hasta el 9 de mayo se habían registrado en Naucalpan más de mil centros de trabajo para recibir a jóvenes, 70% de ellos microempresas.
En un promocional de la página de internet del programa destacan frases como: “Comienza el camino al éxito” y “Tu talento es el motor de la Cuarta Transformación”. En otra grabación se invita a empresas, talleres, instituciones u organizaciones sociales a sumarse al programa como “tutores”. No se menciona a micronegocios ni a vendedores informales.
En la primera evaluación que se realice al programa será obligado revisar la pertinencia de incluir al puesto de la esquina como capacitador, así como dar seguimiento a los jóvenes que recibieron la beca para detectar si finalmente lograron integrarse a la vida laboral. Este último dato será determinante para señalar si el programa tuvo éxito o fracasó.
Jóvenes construyendo el futuro se enfoca en un sector importante de la población mexicana, pues en el país 22% de la población joven no estudia, no trabaja ni recibe capacitación. El apoyo que se otorga durante un año debe ser la vía para un futuro digno, para cerrar rendijas a conductas antisociales y para sumarse a la vida productiva. La instrucción que reciban se reflejará en su vida. Si es de mayor calidad, se habrá dado un paso central.