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Millones de mexicanos se han (mal) acostumbrado a vivir bajo un clima de inseguridad sin que las dependencias de gobierno o las corporaciones policiacas hayan podido modificar ese escenario a pesar de que transcurren los meses y los años. Es la ciudadanía la que ha tenido que modificar sus hábitos cotidianos para tratar de no ser una cifra más en los datos de criminalidad nacionales.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía dio a conocer ayer el vigésimo segundo levantamiento de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), que realiza cada trimestre. Aunque sus resultados generales muestran una ligera tendencia a la baja de la percepción de inseguridad (73.7% en diciembre contra 74.9% de septiembre), hay pocos cambios en lo que se refiere a las ciudades cuya población tiene los mayores índices de percepción de inseguridad.
En los resultados de los último s ejercicios siempre han aparecido cinco ciudades con mayor porcentaje de personas mayores de 18 años que consideraron que vivir en su localidad es inseguro: Ecatepec, Reynosa, Chilpancingo, Coatzacoalcos, Villahermosa. Más de 90% de las personas entrevistadas dijeron sentirse inseguras.
¿Qué medidas se han tomado para revertir la situación? Muy poco o nada, si se revisan los últimos resultados de este ejercicio. Trimestre con trimestre el sentimiento de miedo entre los habitantes de estas poblaciones se repite. ¿Dónde está la coordinación de los tres niveles de gobierno para ofrecer un escenario distinto?
Algo similar ocurre en la capital del país. De acuerdo con el portal Datos Abiertos Ciudad de México, durante tres años consecutivos (2016-2018) seis colonias han sido las más inseguras. Esta vez no se trata de percepción, sino de cifras duras. Estas zonas de la ciudad han encabezado los delitos de homicidio doloso, extorsión y robo en todas sus modalidades.
En teoría, la tarea del Inegi, así como la concentración de datos oficiales, tienen que servir para conocer la realidad del país y para adoptar políticas —de seguridad o del área en cuestión— que proporcionen soluciones a tendencias o problemas específicos.
Sin embargo, en las ciudades citadas el ambiente de inseguridad no se ha modificado. Hasta ahora todo indica que las encuestas y los índices delictivos solo han servido para que la opinión pública se dé cuenta de que las autoridades no quieren o no pueden atender la emergencia y proporcionar una mejor calidad de vida a la población, y la seguridad juega un factor primordial.