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Mientras la población en general adopta acciones de buen uso de energía eléctrica en el hogar, apaga luces que no ocupa y adquiere focos ahorradores, hay 72 mil 420 personas en el país que no tienen esas preocupaciones porque el costo de la energía que consumen sale de los bolsillos de todos los mexicanos. En 2018 la cifra alcanzó mil 548 millones de pesos y en enero de este año la tendencia se mantiene, pues se erogaron 132.6 millones de pesos para ese propósito.
Los beneficiados son los 14 mil 319 empleados de confianza y los 58 mil 101 trabajadores sindicalizados de la Comisión Federal de Electricidad, quienes como prestación laboral reciben el suministro gratuito de 350 kilowatts-hora cada mes. En lugares en los que hay red de la CFE, la ayuda es en especie, pero en sitios en los que no hay red, el apoyo se da en dinero, vía su recibo de nómina.
La situación es una muestra más de los privilegios que gozan los trabajadores de sindicatos de Pemex o CFE, y de otras dependencias oficiales, a costa de los recursos públicos.
La prestación referida supera por mucho al trato que recibe el cliente habitual de la empresa eléctrica. Para el consumidor doméstico hay tres tipos de costos: quienes consumen hasta 150 kilowatts-horas al bimestre (no cada mes como la prestación para los empleados de la CFE) pagan 79 centavos por cada kilowatt, para los siguientes 130 kilowatts el costo es de 95 centavos. A partir del kilowatt 281 el costo casi se triplica, pues cada kilowatt excedente se cobra a 2.80 pesos.
Mientras la CFE ofrece al usuario doméstico solo 280 kilowatts bimestrales a un precio menor a un peso, los más de 70 mil empleados del sector reciben gratis hasta 700 kilowatts cada dos meses.
Para el cliente común de la CFE la prestación podría ser calificada de excesiva o indebida. Para el trabajador, un derecho ganado. En tiempos de austeridad republicana, 1,548 millones de pesos anuales son recursos valiosos que podrían usarse en acciones productivas.
Buen número de las prestaciones a sindicatos de dependencias oficiales provienen de la época del llamado corporativismo, en la cual los sindicatos eran considerados grupos para apoyar causas políticas. Muchas se oponen a la política de terminar con privilegios, que busca el actual gobierno.
El salario digno y suficiente no está a discusión, pero sí, por ejemplo, aquellas prestaciones que rebasan lo marcado en la ley. Muchas tendrían que ser revisadas. No se debe olvidar que su origen está en los impuestos que pagan los mexicanos.