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Es difícil pronosticar de manera acertada los fenómenos naturales, pero estar prevenidos y preparados ante eventualidades es la mejor forma de evitar pérdidas humanas ante desastres.
Este jueves aumentó la fase de alerta ante la actividad que ha tenido en las últimas horas el volcán Popocatépetl. El siguiente nivel implicaría para los pobladores cercanos una eventual evacuación. ¿Autoridades y población están preparadas para enfrentar medidas de ese tipo? Afortunadamente, todo indica que sí.
El volcán es monitoreado las 24 horas del día desde hace varios años. La ceniza, el agua y los movimientos se analizan de manera constante. Existe un Comité Científico Asesor que está atento a la evolución del volcán. Las autoridades locales y estatales tienen albergues preparados para recibir a quienes tengan que dejar sus viviendas. Hay un radio de seguridad de 12 kilómetros, que nadie puede penetrar.
En las últimas horas el Popocatépetl registró 61 exhalaciones, una explosión, dos sismos y 130 minutos de secuencia de exhalaciones acompañadas de vapor de agua, gases volcánicos y ceniza. El Centro Nacional de Prevención de Desastres acordó acciones con las secretarías de Protección Civil de Tlaxcala, Puebla, Estado de México, Morelos y Ciudad de México. Municipios de tres entidades se encuentran a una distancia de entre 17 y 20 kilómetros del volcán con una población total menor a las 50 mil personas, pero en 100 kilómetros a la redonda del Popocatépetl hay más de 25 millones de habitantes.
México ha adoptado exitosas acciones de prevención y de Protección Civil luego de dolorosas lecciones dejadas por sismos y huracanes en las que se perdieron cientos o miles de vidas.
Después de tragedias anteriores, autoridades e investigadores de los distintos fenómenos naturales hacen ahora mancuerna con el objetivo de elaborar estrategias y planes de prevención que se transmiten a la población para actuar antes de que se presente una eventualidad o durante ella. Los medios de comunicación y tecnológicos también forman parte de los planes. En las escuelas, la realización de simulacros contribuye a consolidar la cultura de prevención.
Los riesgos ante la intensidad de fenómenos naturales no pueden evitarse presentes. En México hay avances en la creación de una cultura de protección, pero en cada sitio (ciudad, empresa u hogar) se deben adoptar planes ambiciosos en los que estén delimitados de manera clara las responsabilidades de cada uno de los actores y las acciones que tienen que asumirse para evitar daños.
Ante la situación en el Popocatépetl no debe bajarse la guardia. La casi permanente actividad lleva a pobladores a decir que nada ocurrirá, que “Don Goyo” los protege, sin embargo la seguridad empieza siempre por la prevención.