El Instituto Mexicano del Seguro Social acumula años de atraso. No son de ahora los desabastos de medicamentos, las largas esperas para programar una cirugía ni las escenas de pacientes en el área de urgencias acostados en el suelo porque no hay camas suficientes.

Germán Martínez Cázares presentó ayer su renuncia a la dirección del IMSS y, como en pocas ocasiones en la vida política mexicana, el funcionario hizo pública una carta en la que expone con detalle los motivos de su decisión.

Entre las razones, enuncia “injerencia” de la Secretaría de Hacienda para ordenar “ahorro y más ahorro, recortes de personal y más recortes de personal”.

Una de las políticas centrales del gobierno federal es la llamada austeridad republicana, incluso a finales de abril se aprobó en la Cámara de Diputados la Ley Federal de Austeridad que elimina bonos especiales, seguros de gastos médicos o asignar regímenes especiales de jubilación para los servidores públicos. Nadie puede estar en desacuerdo con cortar los derroches y privilegios característicos de la alta burocracia de gobiernos anteriores. La preocupación surge cuando se intenta generar ahorros en sectores tan castigados como los servicios de salud. La situación en clínicas y hospitales públicos no es de abundancia sino de carencias. ¿Cómo exigir que esas instituciones se aprieten más el cinturón? ¿A costa de la ya deficiente atención? ¿Qué faltaría aún por ver en el drama diario de los derechohabientes del IMSS si los recursos se reducen más?

El funcionario saliente hace señalamientos puntuales sobre el deterioro del Seguro Social que merecen también una respuesta detallada, sea para señalar imprecisiones o para reconocer la situación. En las últimas semanas denuncias de usuarios del sistema público de salud van en el sentido de lo señalado por Martínez Cázares, entre ellas la falta de medicamentos para atender a enfermos de VIH. Este diario documentó hace dos semanas la escasez de material para las tareas diarias de enfermeras y médicos en el Sector Salud de Oaxaca.

Tanto en un eventual recorte al IMSS como en la falta de ampliaciones presupuestales los afectados no son unos cientos, se cuentan por millones y va de por medio su salud y su vida. La austeridad no puede tocar instituciones en las que los más desamparados reciben atención. Lo sensato es que se les asignen más recursos no quitárselos.

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