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Hasta 80% del robo de combustible se hace de forma interna en Pemex. Las cifras del hurto asustan y ofenden. Se habla de saqueo por hasta 200 millones de pesos al día y de una pérdida que tan sólo en 2017 se estimó superior a los 66 mil millones de pesos, casi el doble de lo reportado por la gestión anterior. Es una merma equivalente a 600 pipas cargadas cada una con 15 mil litros. O, si se prefiere visualizar de otra forma, como si cada día se esfumaran 56 mil barriles de crudo, cada uno con capacidad para 159 litros.
Y es que si es exacta la cifra proporcionada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, queda más que claro que el principal enemigo no está en el campo rondando las tuberías de la red de suministro, sino al interior de las propias plantas, redes de ductos y tanques de almacenamiento de la paraestatal.
Cierto es que el robo de hidrocarburos procesados, que parece ya incontenible, es la causa tal vez más evidente detrás de la cual se explica el tan repudiado aumento en el precio de la gasolina y no tanto la necesidad de acabar con subsidios gubernamentales para destinar recursos a otros fines, que fue la explicación dada por nuestras autoridades para justificar los llamados “gasolinazos”.
Ahora, según lo revelado por el mandatario, lo del asunto del huachicol es sólo una pantalla para encubrir este millonario saqueo, por el cual ya se encuentran detenidos tres funcionarios cuyos nombres aún no se revelan. No obstante, no hay que dejar de lado que el fenómeno del hurto de combustibles y la ordeña de oleoductos, ejecutado primero de manera clandestina y posteriormente de forma descarada, lo mismo por ladrones ocasionales que por grupos criminales organizados, es también una dolorosa realidad que se ha extendido por diversos puntos de la República, con inusitado énfasis desde hace algunos años en el ahora tan polémico estado de Puebla. Por ello, saber que a esa angustiante problemática se viene a sumar también el robo desde casa, enciende en este país un foco rojo más.
México lleva hablando del huachicoleo al menos una década. Varios gobiernos han ofrecido terminar con el problema, sin embargo el robo de combustible ha aumentado como bola de nieve. Esta vez quizá se está poniendo el dedo en la llaga al investigar y reconocer que parte del problema se encuentra dentro de Petróleos Mexicanos. Es apenas un eslabón, pero este delito no se explica sin el contubernio del personal de la empresa. Apenas se asoma la punta de lo que parece ser un iceberg.