Que el mundo ha cambiado en muchos sentidos es un hecho palpable e innegable. Una serie de sondeos realizados entre jóvenes de América Latina y cuyos resultados se dan a conocer en la denominada Encuesta Intergeneracional sobre Actualidad Latinoamericana deja en claro que la juventud de esta región del mundo vive en un estado de decepción, desconfianza y franco pesimismo con el entorno en el que le tocó habitar. Queda además una situación en evidencia: a menor edad, mayor descontento. Y es que el estudio se enfoca esencialmente en dos grandes grupos poblacionales de acuerdo a la edad y a los que se conoce como generaciones Y o millennials (de 24 a 36 años) y Z o centennials (menores de 23 años).

Se trata de generaciones que nacieron ya con internet en sus casas y con la inmediatez de noticias que pueden presenciar en el momento justo en que se suscitan los hechos en cualquier parte del mundo. Son todos ellos jóvenes que desde que recuerdan el teléfono celular es ya un accesorio irrenunciable del mundo moderno, al que no entienden si no se conectan con éste a través de un aparato inteligente de comunicación móvil.

Entre los muchos resultados y matices arrojados por el sondeo, destaca especialmente el de que los jóvenes de ambas generaciones no creen en instituciones políticas, religiosas, militares o sociales, con la honrosa excepción de la familia, a la cual le dan una credibilidad absoluta. Hay que reconocer que este escepticismo e insatisfacción institucional es culpa de las propias instituciones, y que es un problema no solo de los países latinoamericanos sino de todo el mundo. Hay una desconfianza general y eso explica el surgimiento de populismos como los que representan Donald Trump o Jair Bolsonaro, destacando especialmente este último para quien gran parte de su victoria electoral se la dieron los jóvenes en Brasil. En México el cambio de gobierno hacia un nuevo rumbo también se fundamenta en gran medida por el desencanto de los jóvenes mexicanos con los regímenes anteriores.

En nuestro país es de destacar que si bien hay un nihilismo juvenil generalizado, fue gratamente sorprendente la reacción de los jóvenes, marcadamente los hasta ese momento denostados millennials, tras el devastador terremoto del 19 de septiembre de 2017, en la que casi espontáneamente se organizaron a través de sus redes sociales y dieron una más rápida respuesta a las necesidades de los afectados que la que pudieron brindar los canales institucionales destinados a la atención de situaciones de emergencia. Es una enseñanza que deben tomar en cuenta los gobernantes para generar confianza entre adolescentes y jóvenes mexicanos como parte de cualquier transformación.

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