Editorial EL UNIVERSAL

Denunciar ¿para qué?

04/07/2019 |02:22
Redacción El Universal
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Uno de los factores que alimentan a la impunidad en México es la falta de denuncia. La autoridad afirma que hay ilícitos que no se investigan porque no hay denuncias, pero poco se ha hecho en el país para agilizar el trámite. La mayoría de quienes son víctimas de un delito menor descartan acudir al Ministerio Público, pues implica varias horas de espera antes de que alguien atienda a medias la queja.

Por falta de señalamientos directos, muchos acusados quedan en libertad.

En la Ciudad de México el martes se dio a conocer que como resultado de “la labor de investigación del área de seguridad del Sistema de Transporte Colectivo y del trabajo en conjunto con la Secretaría de Seguridad y Protección” se detuvo a un sujeto señalado como el líder de una banda que roba celulares a usuarios del Metro, por lo que fue “remitido a las autoridades correspondientes”.

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Un día después se conoció que el inculpado no fue consignado ante el Ministerio Público y se encuentra en libertad. No se inició ningún procedimiento legal en su contra porque no existe una parte acusadora o víctimas que lo denuncien.

¿No es suficiente conocer que el presunto delincuente fue detenido luego de que se descubrió su modus operandi por medio de las cámaras instaladas en los andenes del transporte? ¿No es suficiente conocer que ha sido aprehendido nueve veces acusado del mismo delito? Policías que resguardan la seguridad en las estaciones resultan en principio sospechosos de una probable colusión.

Ante la eventual complicidad de elementos de vigilancia poco valdrían las denuncias que hicieran los afectados.

Resulta impostergable facilitar al ciudadano la presentación de denuncias de cualquier delito, pero es claro que esta sola medida no bastará para disminuir los índices delictivos. La impartición de justicia debe ser un engranaje en el que todas las partes funcionen de manera coordinada y eficiente: tanto policías, como agentes del Ministerio Público y jueces.

Parece poco creíble que la tecnología con la que cuenta la gran mayoría de los teléfonos no pueda usarse de manera plena para presentar una denuncia de manera electrónica y por lo tanto el primer eslabón de la procuración de justicia todavía represente espacios burocráticos donde después de varias horas y de cuestionarios absurdos se atiende a las víctimas. Muchas cosas tienen que modificarse para comenzar a cambiar el clima de inseguridad. Lo ideal sería iniciar por un sistema expedito de denuncia. Es tiempo de trabajar en ello.