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Gran parte de los delitos que se cometen en el país tienen un origen social. La marginación y la falta de oportunidades para obtener un empleo, por ejemplo, orilla a algunos jóvenes a enrolarse en bandas criminales. Otros, como los delitos sexuales, tienen sus raíces en concepciones erróneas respecto a la mujer y en actitudes machistas.
Respecto a estos últimos ilícitos, EL UNIVERSAL informa hoy que las denuncias por delitos sexuales en el país han aumentado en los últimos años. En el primer semestre de 2019 se iniciaron 25 mil 277 carpetas de investigación, cifra 17% mayor a la que se registró en igual periodo del año pasado. La tendencia ha sido a la alza desde 2015.
En estos delitos están incluidos: el abuso sexual y la violación, así como el acoso y hostigamiento sexuales. Nueve de cada 10 víctimas son mujeres, de las cuales 40% tienen menos de 15 años de edad. El 70% de los casos suceden en el hogar de la víctima, pero las unidades del transporte público se han vuelto el sitio donde mayormente se produce el acoso.
Quienes estudian este fenómeno delictivo coinciden en que hay diversos factores que contribuyen a su aumento, en primer lugar el rol que la visión masculina ha asignado a la mujer de objeto sexual, la revictimización que se hace de quienes presentan una denuncia, la poca sensibilización de los funcionarios que realizan las investigaciones y la impunidad en la que queda la mayoría de los casos. Datos de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas refieren que solo 10 agresores por cada mil denuncias son consignados.
Los delitos sexuales contra las mujeres son de manera frecuente el preámbulo de mayor violencia contra la mujer y probablemente de la comisión de un feminicidio. Se vuelve necesario que ningún caso quede sin denunciar. Mientras la autoridad no reeduque a buena parte de sus funcionarios, los índices de denuncia continuarán bajos y los delitos incrementándose.
El problema tampoco se erradicará ni comenzará a disminuir si no se alcanza una coordinación plena de distintos sectores nacionales para contenerlo. En esta situación los estereotipos juegan un papel clave. Si se modifica la percepción hacia la mujer en los ámbitos familiar, educativo, gubernamental y empresarial, podrá comenzarse a notar un cambio; antes no.