El mundo está cambiando, y con él, México debe cambiar. Modificar sus alianzas y sus estrategias internacionales. Hacer un giro en su mirada económica y política para encontrar nuevos puertos y reactivar viejas relaciones. Ampliar su espectro de posibilidades a nivel mundial.

El prisma con el que comenzará la tercera década del siglo XXI, será el de la reconfiguración de lo históricamente establecido para presentarnos una geografía económica y política a nivel mundial, con un relieve completamente distinto al que estamos acostumbrados. México se encuentra en un excelente momento para incorporarse a ese diálogo de mercado y de política internacional que está sucediendo.

Históricamente, México siempre ha volteado al norte, prestando alguna atención a ciertos países europeos y latinoamericanos, sin embargo, hay oportunidades específicas que le podrían dejar mucho más de lo que se ha explotado y explorado. Tal es el caso de los Países Bajos.

Holanda no sólo es la casa de la justicia internacional y la república de la tolerancia liberal. Ciertamente, sus poderes del estado se asientan en la Ciudad de La Haya, la cual se considera como la sede de los organismos internacionales más importantes para la justicia mundial. Sin embargo, en la agenda de las relaciones internacionales, Holanda representa una oportunidad mucho más grande para México de lo que comúnmente se ha pensado.

Consideremos que los Países Bajos son el quinto inversionista más importante para México y que sus empresas son altamente activas en sectores como el manufacturero, los servicios financieros, los seguros, bienes raíces, y existen altísimas oportunidades para México de inversión y de cooperación en sectores como el energético, el logístico, de infraestructura, agroindustria y el automotriz.

Las relaciones con los Países Bajos siempre han sido tersas, fincadas en una amistad que data de hace más de un siglo. Los holandeses fueron quienes apoyaron a México en las negociaciones con la Unión Europea para la modernización del Acuerdo Global entre esa Unión y nuestro país. La predilección de los holandeses por México no sólo es comercial, los flujos turísticos entre ambos países han aumentado en los últimos años; son casi 75 mil turistas holandeses los que viajan a México cada año, mientras nuestro país envía cerca de 500 estudiantes anuales para residir en Países Bajos con fines académicos. Las universidades mexicanas y holandesas colaboran estrechamente en programas de doble titulación, intercambio de profesores y estudiantes, y cooperación científica.

Tan amplio es el interés de los holandeses por México, que existen amplios intereses por parte del Primer Ministro, Mark Rutte, y del Ministro de Relaciones Exteriores, Stef Block, de visitar oficialmente nuestro país.

En política, lo importante es el olfato. Saber reconocer las oportunidades cuando estas se abren en el momento preciso, saber reconocer los peligros que se corren al tomar decisiones y de prever las consecuencias de nuestros actos. Si esto es cierto en la política nacional, en la internacional el olfato se tiene que agudizar aún más, pues las alianzas y las estrategias deben pensarse en décadas, en generaciones completas, y no en años o en sexenios.

Estoy convencido de que nuestro canciller Marcelo Ebrard piensa de esta manera; él no sólo tiene la agudeza del olfato político, sino la prudencia de carácter necesaria y la inteligencia sobrada para tomar las mejores decisiones que impactarán a nuestro país en las décadas que siguen.

Ojalá y vea en el horizonte una posibilidad que se abre con vientos de molino y aroma a tulipán, pues puede que esta alianza sea la que encamine a nuestro país en el futuro, sobre todo pensando que otros panoramas ya huelen a clausurados.

Magistrado del TSJ de Justicia de la CDMX y ex Embajador de México ante los Países Bajos

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