Poco a poco va pasando la euforia del triunfo y el shock de la derrota; el frenesí electoral dio paso a diferentes expresiones ideológicas, los colores, el partido defendido, pero sobre todo a la madurez de los actores políticos. Las curules se han ocupado, las y los candidatos electos han rendido protesta y asumen sus cargos, se siguen manejando nombres y armando los equipos de trabajo para entrar en funciones el próximo primero de diciembre.

Diferentes posiciones y actitudes han mostrado los principales personajes políticos, felizmente muchos han actuado con madurez y responsabilidad, tanto del lado de los ganadores como de los no favorecidos por el electorado. No obstante, a pesar de haber ganado, algunos continúan en su papel indomable de oposición e increpan a sus propios compañeros de partido, siguen sin saber qué hacer con el triunfo. Hay quienes están hechos solo para eso, para decir que no a todo, esa ha sido su manera de subsistir, de sacar tajada a cambio de impedir, por destruir, jamás por construir.

Lo que resulta hasta de risa es la cantidad de camaleones, de advenedizos; esos que hace unos meses apoyaban, defendían y estaban prestos con su particular servilismo para hacer brillar las botas de quien pensaban saldría airoso en la contienda electoral o, simplemente, quien en ese momento ostentaba el poder.

Como veletas girando a causa del viento político, viento que sopla en diferentes direcciones, los pequeños actores dan claro ejemplo de la incongruencia, de la falta de valores y la poca autoestima, oportunistas, eso son y así deben de ser tratados.

No hay mejor forma de salir adelante que construir de manera integral, escuchando todas las voces, enriquecidas con las diferentes experiencias, con las distintas ideologías, con ello se asegura un resultado más plural.

Legisladores que cambian de partido o se autoproclaman independientes, mujeres que, bajo presión renuncian a los cargos obtenidos para que sean asumidos por hombres, periodistas y pseudo líderes de opinión que dejan de criticar y señalar lo que en otro tiempo tanto se esmeraron en reprochar y la lista abarca diferentes medios y círculos sociales. Veletas políticas, eso son.

Argumentando y dando razones resulta más valiosa una opinión en contrario que el silencio conforme de un auditorio lleno, el hartazgo que asfixió a nuestro país no requiere de gritos a diestra y siniestra para dejar de existir, necesita diálogos y acciones congruentes. Somos una sociedad multicultural, somos una gran mayoría de minorías, muchas voces se han levantado para defender la identidad de algunas de las minorías y se han respetado sus derechos, mediante leyes si es necesario pero debemos velar por mantener nuestras particularidades, no se trata de oponerse, no se confundan, no es tiempo de obstaculizar, vienen maneras diferentes de hacer las cosas, viene para otros la oportunidad de hacer. La oportunidad, el derecho, la responsabilidad, el cambio de estafeta no se los dieron unos cuantos, no solo fue un sector o grupo de la sociedad, fuimos todos porque a todos nos representan, es la riqueza de la secrecía del voto, no tiene uno que andar pregonando por quien voto y por quien no, cada uno sabemos por quién y porque lo hicimos.

En medio de la tempestad es hora de fijar dirección para llegar a buen puerto, fijemos el rumbo que queramos como país, es tiempo, por el bien de todos, de participar, de tomar cada quien su remo e impeler en la misma dirección sin cambiar el rumbo a causa de una ligera brisa.

Lucio Anneo Séneca dijo: "No hay viento favorable para el barco que no sabe adónde va" frase que seguro aplica para quienes portan la bandera de la incongruencia, para quienes malbaratan su voluntad y son solo eso, veletas políticas.


@dgv1968

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