La participación ciudadana va más allá de las elecciones , a pesar de que son muchos quienes la asocian únicamente con este ejercicio democrático, incluso existe un sector de la sociedad, generalmente gente de los medios de comunicación que pretenden medir el éxito de todo un proceso electoral tan solo con el parámetro del porcentaje de participación ciudadana en las urnas, cuando en realidad son muchos los indicadores que deben ser tomados en cuenta para realizar una evaluación integral del proceso electoral.
El pasado 1 de julio hubo una gran participación ciudadana, incrementada por el fervor de la elección presidencial, fue en términos generales una exitosa jornada electoral , gracias en gran medida a la afluencia y civilidad con la que millones asistimos a dejar de manifiesto nuestra voluntad en las urnas, quizá no lo vemos como tal, pero dicha acción es parte de la formación ciudadana, la cual es un proceso formativo en lo político y lo cultural, una buena formación ciudadana debe estar centrada en el ciudadano, como sujeto de derechos y como sujeto de la transformación y evolución social y política encauzada hacia el respeto pleno a los derechos humanos.
Uno de los factores motivantes para la gran participación ciudadana el día de la elección fue sin duda alguna el descontento social, el hartazgo de ver una democracia en la que muchos participan y solo unos cuantos ganan. La participación ciudadana no puede ni debe quedar circunscrita solo a un día . No podemos volver a permitir que el silencio sea la voz de esta sociedad.
Federico Mayor Zaragoza escribió “El silencio de los pueblos fortalece el poder absoluto, el proceder arbitrario de los gobernantes, el obediente comportamiento de los representantes parlamentarios que no “parlan”, que siguen sin objeción alguna las consignas del partido, del mando.”
La elección ya pasó, no debemos esperar a la próxima para ocuparnos de nuestro futuro, debemos participar de manera responsable en los asuntos públicos . Para referirse a aquellos que sólo se ocupaban de sus intereses privados y no de los públicos, los griegos usaban el término “idiota” ηλίθιος, cuyo significado es “la acción de sólo hacer lo propio”. Tras la desaparición de las polis, dicho termino se utilizó para quien vivía en aislamiento y mucho tiempo después para referirse a un problema de salud mental.
El sujeto de la democracia es el ciudadano y no el elector. Quienes vivimos en democracia debemos comportarnos como ciudadanos de manera cotidiana y no solo como electores eventuales, para ello es necesaria una educación que vea por el fortalecimiento democrático mediante la formación de ciudadanía, que después de elegir a sus gobernantes, se mantenga al pendiente de las decisiones políticas y cuidando que no se vulneren sus derechos mediante el uso indebido del poder, una ciudadanía que de manera respetuosa exija cuentas y transparencia en la función pública”.
No debemos alejarnos de la política y menos permitir que nos alejen, pues con ello estaríamos fuera de poder luchar para que se tomen las decisiones correctas, no vivamos aislados de los asuntos públicos puesto que son eso, públicos y por lo tanto nos afectan a todos. En pocas palabras, no dejemos que nos hagan idiotas, y menos serlo por voluntad propia.
El participar, opinar y exigir no es algo de cada 6 años, muy bien podemos empezar hoy mismo.