En las noches húmedas de junio, julio y agosto, Nanacamilpa y sus estoicos pinos, cedros y oyameles se llenan de magia. Una danza de luces fluorescentes se dispersa en 200 hectáreas de bosque. Ese titilar constante de verde lo producen las luciérnagas hembras que han llegado a reproducirse.

Para observar este fenómeno tan frágil es necesario contratar los servicios de guía. Las caminatas son tres horas en medio del bosque y en absoluto silencio para no irrumpir durante el ritual de apareamiento de las luciérnagas . Una de las reglas principales que debe seguir el visitante es no llevar ni encender cualquier fuente de luz: celulares, encendedores, lámparas. Las luciérnagas se espantan hasta con la luna llena.

Una manera diferente de conocer el santuario de las luciérnagas es en compañía de Viry Bobadillo, una sommelier que, además de enseñarte sobre vinos, te lleva a una plantación de lavandas para elaborar jabones artesanales. También organiza un picnic con degustación de panes, mientras esperas a que caiga la noche para observar las luciérnagas . La anfitriona se encarga de contratar los servicios de guía y reservarte una cabaña. Costo: dos mil 765 pesos por persona.

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