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samantha.guzman@clabsa.com.mx
VICTORIA, Columbia Británica. — El agua helada me salpica y el viento entumece mis manos, pero no me importa. Estoy más ocupada volteando hacia todas direcciones, atenta a cualquier movimiento entre las olas. Parece absurdo, porque cerca de mí no hay nada más que mar. Estoy aquí para ver ballenas y me preocupa que no aparezcan. El guía no suena alentador diciéndome que no es seguro que encontremos alguna.
Pero de la nada, sucede: un par de orcas deciden salir a cumplir mi deseo y asoman sus aletas a varios metros de distancia. Aunque apenas siento mi cara por el frío, estallo en gritos de emoción y las lágrimas comienzan a brotar. Puede lucir un poco ridículo a distancia, pero en este momento, es totalmente razonable.
Así es mi primer encuentro con la magia de Victoria. Sí, magia, porque aquí las cosas extraordinarias se combinan con lo cotidiano en cualquier momento. Me refiero tanto a maravillas naturales y culturales, como a los escenarios de aspecto casi irreal, e incluso alguna leyenda sobrenatural.
Esta ciudad es la capital de la provincia de Columbia Británica, en la costa oeste canadiense. Queda a un viaje en ferry con duración de hora y media desde Vancouver.
Desde que desembarco aparecen las pequeñas sorpresas. Victoria es conocida por tener el clima más templado del país: las lluvias son moderadas y los inviernos no son muy crudos. Resulta inverosímil, pues no me siento precisamente acalorada, pero se vuelve mucho más creíble al admirar sus paisajes llenos de flores, que según los locales, permanecen así todo el año.
Mi itinerario comienza con el paseo en busca de orcas. Para hacerlo, llego a Fisherman’s Wharf. Es una villa flotante que parece de fantasía.
Sobre el agua
Casas en tonos intensos me rodean. Azul, amarillo y hasta rojo. Se encuentran sobre el mar, no muy lejos del concreto, que es mucho más propio de la ciudad. Permanecen unidas por una especie de muelle, que se ramifica para formar callecitas pintorescas. Su aspecto es tan limpio que bien podrían pertenecer a un parque temático. Pero no es así: estoy en Fisherman’s Wharf, diminuta comunidad flotante. Una prueba más de que Victoria no es una urbe común.
Hasta hace un par de décadas, se trataba de una comunidad pesquera. Era un pequeño caos, pues convivían botes y casas flotantes de todo tipo que no seguían casi ninguna regulación. Ahora ya no hay pleitos entre marineros, pero sigue siendo un lugar lleno de vida. Lo compruebo mientras avanzo por el muelle.
Las artesanías de cerámica y madera de una excéntrica boutique pintada de azul y morado, así como la cocina de mar de Barb’s Fish & Chips, están entre los locales favoritos. Y bien vale probar las quesadillas de camarones en Puerto Vallarta Amigos, sin importar si eres de México y tu idea no era comer tortillas en Canadá.
La mejor “oficina” del mundo
En pleno Fisherman’s Wharf, encuentro el local de Eagle Wing Tours (www.eaglewingtours.com). Ahí está Brett, nuestro guía. Antes de que mi grupo parta, nos entrega una gigantesca chamarra y un pesado pantalón para combatir el frío. Nos montamos en un speed boat. Conforme se abre paso entre las olas, incrementa la emoción.
Resulta que las dos orcas que vemos son madre e hijo. El guía explica que en esta especie los lazos maternales son tan fuertes que siempre nadan juntos. Por ley, no podemos acercarnos mucho, pero usamos binoculares. Llegamos hasta Race Rocks, una reserva ecológica. En el camino encontramos gaviotas y pelícanos. Cerca de las rocas, emergen las caritas de algunas focas. Siento muchísima envidia cuando Brett nos cuenta que ésta es su rutina.
Nunca es aburrido. Se sabe que habitan permanentemente 80 orcas en las aguas que rodean Victoria, que se pueden ver de mayo a octubre. En cambio, aquellas que están en tránsito, aparecen todos los meses. En verano, hay ballenas jorobadas y minke. Durante su época de migración, hay avistamientos de ballena gris.
Si quieres extender la posibilidad de admirar a estos gigantes del océano, hay un alojamiento de lujo que lo puede cumplir. El Oak Bay Hotel (oakbaybeachhotel.com), a 15 minutos de Fisherman’s Wharf, tiene uno de los mejores puntos de observación y varias suites que dan hacia el mar. No sucede todo el tiempo, pero a menudo los huéspedes afortunados pueden distinguir las orcas, incluso desde el restaurante.
Aunque la edificación actual es una reconstrucción, el hotel existe desde 1927. Varios elementos decorativos de la estructura que existía originalmente fueron usados para devolverle la vida al nuevo edificio en 2012.
Muros de misterio
En lo alto de una colina, dentro de la ciudad, hay una imponente construcción con gruesas paredes de piedra, torres y techo color rojo. Casi todos lo confunden con un castillo, aunque en realidad se trata de una mansión de la era victoriana. Se llama Craigdarroch Castle (thecastle.ca). Fue encargado por un rico empresario escocés, Robert Dunsmuir, a finales del siglo XIX. Además de una historia de pleitos legales entre la familia tras la muerte de Dunsmuir, la propiedad tiene algunas curiosidades. Entre ellas, una puerta que da hacia la calle pero está situada en las alturas, de manera que no tiene propósito.
Craigdarroch es uno de los puntos que visita la empresa EV Tours. Sus recorridos personalizados mezclan los sitios más conocidos de Victoria con los escenarios que solo los habitantes conocen. Mientras el autobús nos lleva por una carretera costera, Elizabeth, una de las guías, me cuenta sobre los barrios residenciales de la ciudad: cuánto te puede costar una casa y qué tan tranquila es la vida aquí. La vista del mar desde la vía ya es un atractivo en sí misma, con su apariencia virgen y las aves que vuelan a tu alrededor.
En las afueras de la ciudad existe otra gran propiedad relacionada con la familia Dunsmuir. Es el Hatley Castle, mandado a construir por James, uno de los hijos (hatleycastle.com).
Hoy en día es el campus de la Royal Roads University. Tal vez ya lo has visto más de una vez, pues ha sido la locación de películas como “Deadpool” o “Descendientes” de Disney. En su interior hay un museo que muestra la historia del castillo, desde la relación del terreno con el grupo indígena Coast Salish hasta los lujos de los Dunsmuir.
A 10 minutos de Hatley, una figura que lleva los colores blanco y rojo parece vigilar la costa: el faro Fisgard. Permanece ahí desde 1860, lo que lo convierte en el más antiguo del oeste de Canadá. De hecho, continúa en operación. Nadie vive ahí, ya que sus luces están automatizadas. Sin embargo, se conserva la casa del guardián y puede visitarse. Por dentro hay exhibiciones que te permiten conocer la función del faro, cómo se operaba cuando recién fue construido.
Fisgard está catalogado como un Sitio Nacional Histórico, junto con Fort Rodd Hill (www.pc.gc.ca), un fuerte de artillería que operó desde 1895, hasta mediados del siglo pasado. Sus secretos están abiertos al público para ser explorados: búnkers, armas con más 100 años de edad y objetos que muestran fragmentos de la vida de los soldados y sus seres queridos. Se organizan campamentos cerca del edificio, con tours y actividades incluidos.
Historias de fantasmas
La ciudad no es reconocida únicamente por su naturaleza o colorido. Se dice que está embrujada. Aunque de día luce como la versión canadiense de Stars Hollow, el pueblo perfecto y ficticio de “Gilmore Girls”, en la noche salen a relucir las historias fantasmales de sus locaciones populares.
En mi primera noche en Victoria, duermo en el hotel Fairmont Empress (www.fairmont.mx). Inaugurado en 1908, es considerado casi un icono de la urbe. Los locales cuentan que su arquitecto, Francis Rattenbury, aún vaga por las instalaciones de la propiedad. Por eso trato de ignorar, nerviosa, los sonidos de golpes en la habitación contigua. Por la mañana, al salir, recuerdo que mi suite está al final del pasillo y no hay ninguna después.
A menos de cinco minutos está el Parlamento que, por cierto, también fue diseñado por Rattenbury. Organiza recorridos guiados en su interior y, cuando oscurece, su iluminación lo convierte en la mejor postal de la capital de la provincia.
Todo aquel que se autodenomine entusiasta de lo paranormal, debe visitar el Barrio Chino. Es el más antiguo del país. Aquí se ubica el Fan Tan Alley, la calle más angosta de Canadá. Las leyendas sobran en sus alrededores.
Si además de las historias fantasmales te gusta la cerveza, visita Canoe Brewpub (www.canoebrewpub.com), a cinco minutos. Produce sus propias variedades y te permite ver el proceso en recorridos por la microcervecería.
La ciudad de las flores
Así le llaman a Victoria. Cada verano, por toda la ciudad cuelgan miles de canastas circulares adornadas con flores. Conforme la estación avanza, los arreglos se vuelven más coloridos y espectaculares. Esta tradición tiene más de 75 años.
Pero la síntesis de este amor por la vegetación son los Jardines Butchart, a media hora del Parlamento. Es una de las atracciones más famosas, sin que por eso pierda la capacidad de impresionarte. Supera un siglo de historia y cada temporada del año presenta exhibiciones distintas.
En primavera, surgen tulipanes y cerezos. Durante verano, las rosas son las estrellas. Otros conjuntos, como el Jardín Italiano, perduran casi en cualquier época.
Butchart presume que en su interior se celebra la Navidad con instalaciones de luz; la llama “la quinta estación del año”. Ni siquiera suena ilógico, porque en Victoria todo parece posible.
GUÍA DEL VIAJERO
Cómo llegar. Air Canada te lleva a Vancouver en vuelo redondo sin escalas, desde 637 dólares estadounidenses por persona. Cada viaje dura cinco horas con 25 minutos.
www.aircanada.com
Para llegar a Victoria, debes tomar un ferry. El recorrido con BC Ferries te cuesta 17 dólares canadienses por persona, mayor a 12 años. Parte desde la terminal Tsawwassen, a 35 minutos desde el Aeropuerto Internacional de Vancouver. www.bcferries.com
Dónde dormir. Fairmont Empress. Desde 314 dólares canadienses por noche, en ocupación doble.
www.fairmont.mx/empress-victoria.
Oak Bay Beach Hotel. Tarifas desde 349 dólares canadienses por noche, para dos personas.
oakbaybeachhotel.com
Hora. Ciudad de México está adelantada dos horas con respecto a Victoria.
Moneda. Dólar canadiense. Al cierre de esta edición, ronda los 13 pesos.
eTA. Ya no necesitas visa para viajar a Canadá, solo este documento. Cuesta siete dólares canadienses y puedes tramitarlo aquí: www.cic.gc.ca/english/visit/eta-start.asp?lnktrk=mexico
Sitio oficial. www.tourismvictoria.com