Durante 21 años, Guillermo Alejandro, rey de Holanda, ha tripulado vuelos de la aerolínea KLM sin que los pasajeros lo descubran.

El monarca practica este “hobby” dos veces al mes, al mando de aviones Fokker 70.

Su puesto en cabina es de copiloto, el cual le permite conservar su anonimato al solo tener que dar la bienvenida en nombre del capitán. Además, las posibilidades de que alguien lo reconozca disminuyeron desde 2001, cuando se introdujeron nuevas medidas de seguridad tras los ataques del 11 de septiembre, restringiendo el acceso de los pasajeros a la cabina del piloto.

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