Con más de 150 museos, la Ciudad de México es un referente internacional a la altura de Nueva York, París o Madrid. De esta amplia oferta, comparto mi selección de aquellos que por su acervo considero los más emblemáticos.
Museo Nacional de Antropología: con la mayor y más importante colección de arte prehispánico del país, es también el más visitado. Sus primeras piezas se remontan a los últimos años del periodo colonial, tras el hallazgo de la Coatlicue y la Piedra del Sol, mismas que se exhibían en el Museo Nacional, creado durante la presidencia de Guadalupe Victoria. El edificio que conocemos en el Paseo de la Reforma es obra de Pedro Ramírez Vázquez y fue inaugurado en 1964.
Además de las exhibiciones permanentes, continuamente presenta muestras temporales, como la que estará vigente hasta finales de abril: “Caminos de luz. Universos huicholes”, un acercamiento a la cosmogonía de la cultura wixarika.
Museo Tamayo: diseñado por los arquitectos Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky como un espacio exprofeso para albergar lo más representativo y vanguardista del arte moderno y contemporáneo. Su acervo incluye nombres de la talla del propio Tamayo: Picasso, Miró, Álvarez Bravo, Bacon, Botero, Dalí, Felguérez, Gerzo, Goeritz, Lichtenstein, Magritte, Nishizawa, Orozco, Toledo y Warhol.
Museo Dolores Olmedo: instalado en la exhacienda colonial de La Noria, en Xochimilco, fue inaugurado en 1994 con las colecciones de arte donadas por Dolores Olmedo Patiño, entre las que destacan obras de Diego Rivera, Frida Kahlo, Angelina Beloff , Pablo O’Higgins y casi mil piezas arqueológicas, esculturas y objetos de arte popular. En noviembre montan un altar de muertos, de los mejores del país.
Museo Soumaya Plaza Carso: de acceso gratuito y con un diseño único en México. La obra es de Fernando Romero, con la asesoría del arquitecto canadiense Frank Gehry y la firma inglesa Ove Arup.
Su ecléctico acervo integra más de 60 mil piezas. Sobresale la colección más importante que existe fuera de Francia de Auguste Rodin.
Casa Azul: la antigua casona de Coyoacán, en la que nació y murió Frida Kahlo, se ha convertido en un lugar de culto (recomendable adquirir con anticipación la entrada por internet). Su colección, en la que predominan los objetos personales, refleja tanto el lado cotidiano, como la mística creativa de la obra de quien es reconocida como la más notable pintora latinoamericana del siglo XX.