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Raro es el día en que no se celebra un festival religioso en algún punto de la India, algo no demasiado sorprendente si se tiene en cuenta que el hinduismo tiene más de 330 millones de dioses y el país más de mil 200 millones de habitantes.
Según el último censo de 2011, cerca del 80% de la población india profesa el hinduismo. Es obvio que todo lo que se celebre en masa tendrá efectos masivos, incluso para nuestro medio ambiente.
Desde el famoso Festival Holi —que ha cautivado a Occidente con sus guerras de polvos de colores— hasta la deslumbrante Navidad hindú golpean ríos, tierra y aire.
Buena parte de la culpa la tienen los químicos que hoy añadimos a todo y los nuevos productos de la vida moderna.
Tierra
Holi es uno de los primeros festivales en llegar cada año con sus batallas de agua y polvos de colores, con los que los hindúes dan la bienvenida a la primavera rindiendo culto al dios Vishnú y su avatar Krishna.
Anualmente se producen más de 500 mil kilos de gulal, los famosos polvos de vibrantes tonalidades, según estimaciones de la Asociación de Cámaras de Comercio e Industria.
En un sondeo, la mayoría de los fabricantes y comerciantes se quejaba de una caída en las ventas por la popularidad de los productos chinos para el Holi, hasta 55% más baratos.
Los manufactureros indios solo utilizan colores naturales y orgánicos para sus polvos, y muchos acusan a la competencia china de incluir en los suyos fuertes químicos como ácidos, álcali o diesel.
Agua
Como casi todo, la fecha de los festivales y ritos se determina por la luna.
En 2016, el gran golpe a lagos, ríos y mares llegó a mediados de septiembre, cuando el astro decidió que tocaba rendir tributo al dios elefante Ganesha.
Durante los 10 días del festival Ganesha Chaturthi, en el sur y oeste del país, centenares de miles de imágenes de la deidad se exhiben en casas y otros lugares para luego sumergirlas en las aguas.
En Nashik, una de las regiones donde más se celebra la festividad, en un solo día las autoridades municipales rescataron este año de las aguas cerca de 240 mil figuras, muchas de varios metros de altura, y 169 toneladas de ofrendas al dios.
Hace apenas tres o cuatro décadas, las imágenes se hacían con arcilla y colorantes vegetales. Hoy en día, la mayoría se fabrica a partir de yeso parís, un material altamente tóxico que no se desintegra.
Aire
La Navidad hindú, Diwali, cierra el calendario anual de grandes festividades en la India con la explosión masiva de petardos y fuegos artificiales.
El festival de las luces marca el inicio del nuevo año al conmemorar la vuelta del dios Ram a su reino, tras pasar 14 años en el exilio.
La contaminación del aire cada año se dispara a niveles insospechados en los días siguientes a este festival. Este noviembre, en Nueva Delhi, una de las capitales más contaminadas del mundo, el Gobierno local se vio obligado a decretar medidas de emergencia. Una densa niebla se apoderó de la ciudad durante días, reduciendo la visibilidad a apenas un par de cientos de metros.
Afortunadamente, el Tribunal Supremo de la India prohibió un par de semanas más tarde la venta de petardos en Delhi y sus alrededores para frenar los altos niveles de contaminación del aire en la capital.