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VALENCIA. — Si bien Barcelona se erige como la ciudad favorita de muchos viajeros por su oferta cultural y gastronómica, Valencia ha tomado protagonismo gracias al complejo Ciudad de las Artes y a sus premiados restaurantes. Se encuentra a dos horas de Madrid en tren AVE, condición que lo hace muy cómodo para visitarla.

Animales marinos

Llama la atención el antiguo río convertido en un parque que se puede recorrer a pie, en bicicleta rentada o segway para llegar hasta la Ciudad de las Artes. La obra es un complejo de recintos multidisciplinarios realizado por el prestigiado arquitecto sevillano Santiago Calatrava.

El proyectista se lució al darle forma de animales marinos a cada estructura: un delfín, una ballena que se asoma del mar y un esqueleto de tiburón. Pero el edificio más importante no es tan lucidor por fuera como lo es por dentro: el museo Oceanográfic.

El acuario consta de 14 secciones con fauna marina de todo el mundo y de un pequeño aviario. Peces tropicales, índicos o árticos y pingüinos son el preludio de la emoción que provocan los leones marinos y las morsas, cuyos estanques han sido diseñados de tal forma que los animales tengan que pasar por la vitrina para gusto de los visitantes. ¿Lo mejor? Las dos belugas o “canarios del mar” que, con suerte, emiten su melodioso lenguaje que asemeja el canto de sirena.

El broche de oro lo ponen los tiburones toro, martillo, gato y otras variedades que nadan por las vitrinas del enorme techo panorámico final, junto a mantarrayas y otros peces que pasean sobre el domo de una enorme sala circular con todo y túnel. Para los niños hay pijamadas en esta sala.

La entrada a Oceanográfic es de 28 euros y vale cada uno de ellos. La tienda es un gasto extra que hay que considerar si van niños, porque los souvenirs son muy llamativos.

Mar invernal

Como en Valencia el mar está muy cerca de la urbanización, es un paso obligado ir a la playa pública de Malva Rosa. En el malecón hay bares y restaurantes muy buenos, como Destino 56, que cierra pasadas las 12. Hay que pedir al menos una vez la famosa Agua de Valencia, coctel a base de vodka, cava, Cointreau y jugo de naranja.

Tradiciones del centro

Si el mar es parte del espíritu valenciano también lo son sus Fallas, feria cultural celebrada en marzo. Sus gigantes de papel maché se pueden visitar en el ayuntamiento. Las damas portan algún mantón faldero o abanico pintado a mano en la Plaza de la Reina. Recomendamos Piqueras 7, que además de estos accesorios, vende guantes de piel y terciopelo únicos en su clase.

La catedral y la Torre del Micalet (es preciso subir para disfrutar la vista del puerto) son los edificios más antiguos de la urbe, junto con las Torres de Serrano, puertas originales de Valencia.

Presumen que la catedral alberga el cáliz original de Jesucristo; la anécdota no explica por qué habría ido a dar aquí, aunque se cree que fue por designio del Papa Borgia, quien era valenciano.

Otro punto de interés para los más exquisitos es la fábrica y museo de la empresa de porcelana Lladró. Se halla en Tavernes Blanques, a 20 minutos de Valencia capital.

El museo muestra las piezas históricas de la casa de porcelana más famosa del mundo occidental, además del nuevo showroom de iluminación y arquitectura. Tiene boutique con descuentos.

Arroces únicos

Lo que sigue es comer y no hay algo más valenciano que los arroces, de los que hay muchas variedades. La tradicional paella valenciana puede ser muy sencilla, apenas con pimientos y un limón, hasta la que lleva conejo en lugar de pollo. En cualquier caso recomendamos ir a Mercado Central. Los arroces de alta cocina hay que saborearlos en los restaurantes de mantel largo: Los Siete Percebes goza de gran cartel por sus “Arroces melosos”, con pato, ternera o mariscos.

El arroz negro es otro básico de la cocina valenciana y uno de los más celebrados en el Restaurante de Ana, en el centro (cabe decir que aquí cenó Michael Shumacher cuando se celebró alguna vez el Gran Premio de Valencia).

Lo ideal es acompañar estos platillos con cava. Por la noche, si hay ánimos para salir a bailar, el Upper Club está de súper moda, pero hay que armarse de paciencia porque la fila es larga y el lugar siempre está lleno.

Ir a Valencia y no tomar horchata es como no haber ido. Preparada con chufas —una semilla local— y un método artesanal ancestral, se come con fartons —un pan dulce que se remoja en el vaso. Sí, es delicioso, pero tiene demasiada azúcar. Los valencianos lo prefieren a media tarde, cuando cae el sol.

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De Valencia a Lladró

El taxi tiene un costo aproximado de 15 euros. También puedes ir en bus por 1.50 euros, saliendo de la Plaza del Ayuntamiento.

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