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Sudáfrica es ambivalente: es salvaje y sibarita. Después del Mundial de Futbol de 2015, el país cobró fama entre los viajeros que buscan algo más que un safari por la sabana. Ya no solo se habla de elefantes y leones, también de vinos y brandies; de la atmósfera cosmopolita que reina en Ciudad del Cabo, de los programas de voluntario para rescatar pingüinos afectados por derrames petroleros, o del encuentro con el gran tiburón blanco.

Escalada suprema

La Montaña de la Mesa es un macizo que se eleva a mil 85 metros y ofrece las mejores panorámicas de Ciudad del Cabo y la Isla Robben, desde una cima plana, lo que le valió para ser uno de los destinos ganadores del concurso las “Siete Nuevas Maravillas de la Naturaleza”. La manera más conocida de llegar a la cima es por medio de un teleférico. Pocos saben que se puede escalar a través de ocho rutas; algunas se cubren en un solo día. Los senderos están rodeados por formaciones rocosas y cascadas, y es posible avistar tortugas de tierra y puercoespines. Al llegar a la cima se aprecia el fenómeno “mantel de nube”, que se produce cuando la humedad se condesa en lo alto de sus laderas.

Adrenalina en Gansbaai

Esta población es famosa por ser la “capital del tiburón blanco” y por ser un lugar importante para el avistamiento de ballenas.

Todo el año, las embarcaciones zarpan en busca del gran depredador, el cual es atraído con carnada para observarlo desde la superficie. Una experiencia alucinante es poder sumergirse en jaulas para estar en contacto casi directo con los tiburones. Los avistamientos están 100% garantizados y no es necesario contar con la certificación de buzo. El viajero paga unos 120 dólares para vivir la experiencia.

Buenos sorbos

Sudáfrica es el noveno productor de vino en el mundo. De los 21 distritos dedicados a cultivar la vid, Ciudad del Cabo es el más grande, con 300 viñas para recorrer a través de 18 rutas; dos están dedicadas al brandy, que se elabora a través de la destilación del vino.

Se ofrecen recorridos en tren para llegar a las vinícolas y destilerías. La mayoría tiene servicio de hospedaje y ofrece actividades: cenas maridaje en las montañas, elaboración de brandy con especias y frutas de acuerdo a la personalidad del visitante, catas y cine en medio de los viñedos.

Al rescate del pingüino africano

Los mares de Ciudad del Cabo son muy son muy propensos a sufrir derrames de petróleo ocasionados por los buques que transportan el combustible. Esto representa una amenaza para las aves marinas como el pingüino africano, una especie en peligro de extinción.

Existe un proyecto de voluntariado para que el viajero se involucre en el rescate de esta ave. La experiencia puede durar de seis a 24 semanas. Los participantes aprenden a limpiar el cuerpo del pingüino, a alimentarlo, medicarlo y distinguir su comportamiento para integrarlo nuevamente a la vida silvestre.

En México, la agencia Mundo Joven organiza esta travesía que incluye alojamiento en residencias cercanas a santuarios de aves y clases de surf durante los tiempos libres. El precio va desde los dos mil 700 dólares. Disponible hasta septiembre de este año.

El licor de los elefantes

Se llama Amarula y es una crema de licor hecha con “marula”, un fruto con alto contenido de azúcar que al madurar y caer al suelo se fermenta hasta alcanzar, de modo natural, 17° de alcohol. Su aroma atrae a los elefantes y al consumirlo se emborrachan rápidamente.

La bebida es uno de los souvenirs más populares de Sudáfrica. También se cree que es afrodisíaca.

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