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Al borde del abismo en la cordillera de los Andes, a dos mil 900 metros sobre el nivel del mar, se levanta imponente el Santuario de Las Lajas, una basílica de estilo neogótico considerada maravilla turística de Colombia y, para algunos, la iglesia más bella del mundo. De hecho El Santuario de las Lajas fue declarado la segunda maravilla arquitectónica e histórica de Colombia en 2007.
La laja, piedra gris y blanca abundante en la zona que dio nombre al santuario, se mezcla con el verde montañoso de la cordillera andina, una de las razones por la cuales el diario británico The Telegraph reconoció al templo en octubre de 2015 como la iglesia más bella del mundo, y la publicación para viajeros Condé Nast Traveler lo escogió entre los lugares más bonitos de Sudamérica para visitar.
La basílica fue construida entre 1916 y 1949 sobre el cañón del río Guáitara, a menos de 10 kilómetros de la frontera con Ecuador y dedicada a Nuestra Señora del Rosario de Las Lajas, donde llegan a diario miles de peregrinos para cumplir promesas o turistas para conocer este prodigio de la arquitectura.
Según cifras del Gobierno colombiano –que en 1984 declaró el santuario Patrimonio Cultural de la Nación, y en 2006 lo elevó a Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional– el lugar recibe más de 750 mil personas al año, de las cuales unas 120 mil lo hacen en Semana Santa.
Acceso
El santuario, situado entre los municipios de Ipiales y Potosí, impresiona no solo por su belleza sino por las extraordinarias condiciones topográficas en las que fue construido el templo, al cual se accede por un puente de dos arcos a cien metros por encima del río; para llegar hasta allí se deben bajar unas escaleras por aproximadamente media hora.
Para facilitar el acceso al lugar, en noviembre de 2015 el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, inauguró un teleférico que tiene mil 530 metros de longitud y un descenso de 350 metros, que lleva a los turistas de un lado a otro de la iglesia.
"El teleférico se construyó para que todas las personas, incluidas las que tienen condiciones de discapacidad, pudieran ver el santuario, porque la idea es que poco a poco se consolide como un encuentro de y para todos, así es como se construye la paz", concluyó Aza.
Las leyendas
Según la leyenda, en el siglo XVIII la virgen se le apareció sobre una laja a Rosa, una niña indígena muda, quien ante la visión pudo hablar y dijo a su madre: "Mamita, la mestiza me llama".
"La primera capilla, de paja, se construyó en una cueva donde, según la tradición católica, se apareció la virgen. Otras versiones hablan de un padre jesuita que pintó a la Virgen en la piedra laja", explicó Jairo Aza, de la Secretaria de Cultura de Ipiales.
Según el funcionario, "el lugar posee un alto contenido espiritual porque los indígenas de la zona realizaban allí también rituales al sol, la naturaleza y la luna".