El nombre de Dublín proviene del irlandés antiguo que significa “alberca negra”. Hace referencia a un lago ocupado por los vikingos para atracar sus barcos comerciales. Estaba conectado con el río Liffey y Poddle.
Solo para románticos
El Templo Carmelita, en la calle Whitefriar, alberga los restos de San Valentín, patrono del amor. En un ataúd dorado reposan los restos del santo, así como un manto teñido con su sangre, donados por el Papa Gregorio XVI. Es visitado por cientos de fieles que encienden veladoras rojas, ya sea para pedir o agradecer por un milagro. El 14 de febrero se bendicen los anillos de las parejas que desean contraer matrimonio.
Tras las rejas
Kilmainham Gaol fue la prisión de quienes formaban parte de movilizaciones rebeldes en 1796. Hoy, el edificio es un museo para observar las celdas iluminadas con velas y los patios de fusilamiento. Tiene una pequeña exhibición de objetos personales de los reclusos. Visitas guiadas por seis euros.
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