Dicen que el primer trago extingue las culpas. Uno más y las penas se van. El último acaba hasta con las lombrices. Éstas y muchas más propiedades se le atribuyen al mezcal, así que para los novatos en esta bebida espirituosa o los que simplemente quieren seguir descubriendo templos donde se le venere, existe un recorrido en tranvía por tres mezcalerías de la colonia Hipódromo Condesa.
El camioncito rojo avanza para contarnos la historia de la colonia y su fundación: que si se asentó en los terrenos de una hacienda, que si el camellón de la calle Ámsterdam era la pista por donde corrían caballos y por eso la nombraron Hipódromo Condesa, que si realmente aquí se encuentra el primer multifamiliar en México y donde se grabó una vieja serie llamada La Telaraña.
Con estas anécdotas, el tranvía hace su primera parada en La Lavandería (Álvaro Obregón 298). El techo de junco le da a esta mezcalería un aspecto playero donde se puede comer pozole y chalupitas con lentejas o tinga. La chef recibe bien a sus invitados y para que el primer trago de mezcal espadín resbale sin problema, les brinda un bocado, no sin antes explicarles cómo se elabora la bebida y cómo es traída en exclusiva y directamente de Oaxaca a su barra.
El tranvía se pone nuevamente en marcha para llevar esas gargantas calientes a Juana la Loca (Salamanca 107). Aquí, al grupo se le recibe con un mezcal de pechuga, fermentado con pechugas machacadas de guajolote y frutas que le dan un sabor particular.
Para seguir llenando el estómago, los anfitriones pueden ofrecer una tortita o algo más elaborado. Antes de partir, los visitantes recorren murales de arte urbano.
Vuelven a subir al transporte. Las risas ya son inminentes, pues el mezcal comienza a surtir efecto. Con ese ligero ambiente fiestero hacen su última escala, en Corazón Oaxaqueño (Ámsterdam 212).
Este local sabe todo sobre las ocho especies de maguey que crecen en los Valles Centrales de Oaxaca, y desde ahí vienen las botellas que ellos ofrecen a los comensales. Con una tlayuda a las brasas —servida con salsa de siete chiles— y un trago de mezcal silvestre (una de las variedades más codiciadas por su escasa producción) cierra la velada.
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SCHSC