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VANCOUVER. — Son las nueve de la mañana. El día es completamente gris y en el viento se anuncia una mañana lluviosa. Pero me he dispuesto a tener una experiencia gastronómica inolvidable. Así que tomo el ferry que me dejará en un paraíso foodie: Granville Island Public Market.

Granville Island es una península a la que se puede llegar cruzando False Creek, desde Yaletown o el centro de Vancouver. Originalmente era una zona industrial, pero en 1970 se remodeló para convertirse en un escenario gastronómico y artístico. El legado de esa combinación es evidente. En la entrada hay un conjunto de silos intervenidos por el dúo brasileño Osgemeos, rodeados por cientos de locales de aspecto vintage. Entre ellos está el mercado. Acompañada por Nadia, una guía de Vancouver Foodie Tours, comienzo a descubrir la riqueza culinaria del destino.

Noto que los canadienses se sienten orgullosos de su agricultura y ganadería. En Oyama Sausage, el dependiente me muestra una charcutería digna de los paladares más exigentes —salami en trufa negra y salchicha ahumada de bisonte—, hecha a partir de ganado local. A Nadia se le ilumina la mirada cuando me lleva a un puesto de manzanas orgánicas, orgullosamente cultivadas en la provincia de Columbia Británica.

Después de recorrer varios puestos, llegamos al favorito de muchos: Lee’s Donuts, aclamado por sus donas glaseadas, hechas a mano. Alvin, el panadero encargado, mide cada día la temperatura de los ingredientes y de la cocina para dar con los grados ideales al hornear el pan.

El resultado son donas dulces y esponjosas con un aroma capaz de lograr que la persona más disciplinada rompa la dieta.

Para terminar el tour, Nadia me lleva a Edible Canada, en la calle Duranleau, también en Granville Island, un establecimiento mitad bistro, mitad boutique gastronómica, donde se pueden adquirir productos gourmet canadienses. El menú del restaurante está diseñado de modo en que 70% de los ingredientes es local, 20% del resto del país y solo 10% es importado del extranjero.

No se puede tener un viaje foodie sin darle al estómago un descanso, así que tomo un ferry al Aquatic Centre, camino unos cuantos minutos y llego a Stanley Park, el más grande de Vancouver (400 hectáreas). El parque cuenta con 64 caminos boscosos para explorar, un sendero de 28 kilómetros para caminar o andar en bicicleta a la orilla del mar, y espacios para actividades gratuitas, entre ellas un parque acuático.

Hay muy buenas opciones culinarias, como el Stanley Park Bar & Grill, un restaurante que abre de marzo a septiembre para que sus comensales disfruten de comida tradicional, elaborada con ingredientes locales.

Una probadita del mundo

Se acerca la hora de la comida y, con ella, la oportunidad de probar un rollo California. Suena a algo que podría pedir en cualquier restaurante de sushi en la Ciudad de México, pero esta vez es especial. En Vancouver se encuentra Tojo’s Restaurant, dirigido por el japonés Hidekazu Tojo, creador del famoso rollo. A diferencia de la mayoría, en Tojo’s usan cangrejo fresco en vez de sintético, por lo que el sabor tiene una frescura inigualable. El mesero me explica que Tojo ideó el California para disfrazar el alga y el pescado crudo —que van por fuera en los rollos tradicionales— para presentar un producto más agradable a las costumbres occidentales.

Para el postre decido dejar Japón e ir a Francia, en Main Street, la zona hipster y bohemia de la ciudad. Ahí se encuentra The French Table, para compartir una tabla de quesos, un postre y una copa de vino. Su chef Hervé Martin, comandó el famoso Hermitage de Vancouver durante dos décadas, y aquí retoma su esencia tradicional francesa y la adorna con un ambiente más casual que el de su restaurante anterior.

Después de una copa de vino y una crème brûlée de espresso, es un buen momento para un segundo descanso y conocer el barrio. El encanto de Main Street está principalmente en sus tiendas. Para los amantes del diseño independiente, es una excelente opción para comprar piezas de arte, ropa y artículos de decoración.

Los nostálgicos de la música recibirán una agradable sorpresa: Neptoon Records, la tienda de música independiente más antigua de Vancouver. Aquí organizan presentaciones de discos, pequeños conciertos y otros eventos.

Ésta es una buena zona para comprar souvenirs, que no sean la típica taza o bolsa de “I love Canada”. Hay accesorios e incluso pequeñas piezas únicas de artistas emergentes a precios accesibles. Si el objetivo no es gastar, pasear por Main Street es una buena opción para conocer la cultura contemporánea de la Columbia Británica. Y si tu viaje, como el mío, es solo de placer foodie, es la oportunidad perfecta para caminar y disfrutar los árboles de cerezo que adornan las calles, en lo que haces espacio para la cena.

Noche de gula

Me he trasladado al barrio chino para reunirme con una pareja mexicana, propietaria de Juniper (6), un restaurante de comida típica de la costa oeste, a cargo de la chef Sarah Stewart. El menú se define por los cultivos de la estación, con un énfasis en ingredientes originarios de Pemberton, al norte de Whistler. Después de una ensalada de tupinambo con vegetales de temporada, semillas de girasol y jengibre caramelizado, me dispongo a probar la especialidad del lugar que, curiosamente, no es comida. Lo que le ha dado a Juniper un lugar privilegiado entre los locales es su carta de gins, elaborada por el barman Shaun Layton. ¿Mi selección? Honey Rider, un coctel con gin, pisco, Cocchi Americano, absenta y perlas de rosa. Una combinación matadora.

Para cerrar la noche con broche de oro, no hace falta más que llegar a mi hotel, el Fairmont Vancouver. El bar Notch8, en la planta baja, es perfecto para pasar una noche de tragos y comida con amigos, sin la preocupación de que se haga muy tarde y perderse en el camino de regreso. Mi noche acabó con sliders de quinoa, salmón y bife, y un Bubbles and Berries, coctel con vodka, champaña, frambuesas frescas y toque de limón.

Veinticuatro horas en Vancouver son suficientes para entender por qué los canadienses están tan orgullosos de su industria culinaria, y también para cuestionarse por qué no es una ciudad que resalte entre las grandes ciudades para vacacionar. No solo tiene restaurantes de primera categoría, que añaden a la experiencia compras y naturaleza. Tal vez Vancouver no sea la primera metrópoli que te venga a la mente al momento de planear un viaje, pero una vez que la descubras, querrás convertirla en una parada frecuente.

GUÍA DEL VIAJERO

Vuelos

Air Canada tiene un vuelo diario Ciudad de México-Vancouver a las 5:55, y un vuelo diario Vancouver-Ciudad de México a las 15:45. Tarifas: entre 274 y mil 917 USD (vuelo sencillo). aircanada.com/mx

Dónde quedarse

The Fairmont Hotel Vancouver, en la costa oeste de la ciudad. fairmont.mx/hotel-vancouver

Cómo moverse

Compass Card. Esta tarjeta te permite elegir diferentes planes: pases diarios, mensuales o pay-as-you-go. compasscard.ca

Atracciones obligadas

Granville Island Market Tour. Esta visita guiada que te permitirá comprender y disfrutar la cultura gastronómica de la Columbia Británica.foodietours.ca

Vancouver Lookout. Disfruta su mirador de 130 metros de altura. Ahí mismo se encuentra FlyOver Canada, un recorrido virtual por los lugares más sorprendentes del país.vancouverlookout.com

Wild Whales Vancouver. De marzo a octubre se pueden ver distintas especies de ballenas, desde orcas hasta ballenas jorobadas.whalesvancouver.com

Para darle un extra a tu visita

Food Cart Festival: 6 y 7 de agosto

Festival Internacional de Cine de Vancouver: 29 de septiembre al 14 de octubre

Tu móvil

Si tu plan de datos no incluye Canadá, no te preocupes. Casi todos los establecimientos ofrecen Wi-Fi gratis.

A dos ruedas

Vancouver es una ciudad ideal para pasear en bicicleta, tanto por sus paisajes como por su excelente cultura vial.

Renta una en spokesbicyclerentals.com

Clima

Entender el clima de Vancouver toma tiempo. Es importante ir preparado para lluvias ligeras, climas fríos, sobre todo en las zonas boscosas, pero tampoco exagerar con chamarras pesadísimas en la zona urbana.

En invierno es indispensable darse una escapada a Whistler —a una hora y media de Vancouver— para disfrutar de los deportes de nieve.

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