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Todo comienza en una antigua fábrica de cigarros de 1793, afuera del Metro Balderas. El arquitecto reúne a sus invitados en el centro de un “remolino” de acero. Éste cuelga de un techo que simula un paraguas. “Bienvenidos a La Ciudadela, la ciudad de libros y la imagen”, son las palabras del guía que dirige el Arquitour por la Ciudad de México.

En el patio, que sirviera también como fábrica de armas, prisión militar y hospital, explica que el arquitecto Abraham Zabludovsky fue quien intervino el recinto, en 1987, para devolverle su antiguo esplendor neoclásico y dotarlo de tecnologías verdes. Es un edificio de bajo consumo energético y de bajas emisiones contaminantes.

El estilo de Zabludovsky incluyó tragaluces con acero que iluminan sus paredes de tezontle y piedra basáltica. Más tarde, el arquitecto Isaac Broid construyó espacios que ahora albergan patios de lectura, cinco bibliotecas, salas infantiles y principalmente, el Centro de la Imagen.

Oasis urbano

La siguiente parada es la Biblioteca Vasconcelos, a un costado de la antigua estación de ferrocarriles de Buenavista, obra del arquitecto mexicano Alberto Kalach. La biblioteca fue construida en acero, mármol, granito y vidrio, y fue reconocido por la revista estadounidense Architectural Record, como uno de los edificios más representativos y modernos del mundo.

Está dividido por 40 mil metros lineales de estantes repletos de libros que parecen estar flotando. Al recorrerlos, el visitante se encuentra con una estructura ósea de ballena gris que pertenece al artista plástico Gabriel Orozco.

La luz natural va conduciendo al arquitecto y su grupo por otras áreas: la sala multimedia; la de música y videos de jazz, pop, guitarras y violines, y la de ciegos y débiles visuales, con un acervo impreso en Braille, audiolibros y lectores de texto computarizados.

Al final, llegan al jardín botánico, rodeado de vidrio y hormigón que protegen más de 60 mil especies de arbustos y cactáceas. La intención del arquitecto era regenerar la calidad de la zona.

Polanco moderno

La última parte del recorrido lleva hasta el Museo Soumaya y el restaurante japonés Tori Tori.

Carlos Slim decidió albergar una prestigiosa colección de arte internacional, dentro de una estructura que fue llamada Imposible de construir. Según la sabiduría del guía, el trabajo fue asignado al arquitecto Fernando Romero, quien apoyado por los servicios de Gehry Technologies —fundada por su colega Frank Gehry—, logró el cometido: una fachada tridimensional con 16 mil hexágonos de aluminio brillantes que parecen flotar sobre su superficie y que ahora es un punto de referencia en la colonia Polanco.

Entre las anécdotas que se cuentan es que esta obra le costó a uno de los hombres más ricos del mundo, 47 millones de euros, nada más.

Diseño en boca de todos

Cada comensal paga entre 500 y 700 pesos en Tori Tori, considerado como un “templo” del sushi en la ciudad. En el ticket va incluida la apreciación del diseño japonés e industrial que imprimió la dupla de arquitectos mexicanos conformada por Héctor Esrawe y Michel Rojkind.

Este restaurante de la calle Temístocles (el tercero de cinco) echó mano de los jardines verticales, de la madera y el acero que forra el interior, dando la impresión de una piel de víbora.

Cada material está separado apenas unos milímetros para dar la sensación de que las estructuras están flotando. En realidad, el truco es para que el aire circule libremente y puedan penetrar los rayos del sol. De noche, todo es alumbrado con luz neón en tonos azules.

El recorrido termina con tragos de sake.

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