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Dos zodiacs avanzan a toda velocidad sobre las aguas de la Isla Danzante para seguir a cuatro ballenas de aleta, parecidas a las azules pero de menor tamaño. Cerca de ellas, la lancha se detiene para que sus pasajeros puedan escuchar la respiración de las ballenas y ver cómo abren su boca gigante para tragarse un banco de peces. La acción se contempla en silencio, hasta que el graznido de las gaviotas termina con la paz.
Paisajes de ensueño y aventura es lo que garantiza Cabo Expeditions en este viaje por algunas islas del mar de Cortés. Son siete días acampando en playas desérticas, a las cuales los grandes barcos no tienen acceso.
La expedición va comandada por biólogos marinos de la Universidad de Baja California Sur, que al igual que el oceanógrafo francés Jacques Cousteau, han explorado estas aguas para estudiar cada una de las especies que las habitan.
Después de seguir el trayecto de los cetáceos, la lancha lleva al grupo de 10 personas a la playa Honeymoon de la Isla Danzante. Se encuentran con un paisaje desolado de riscos grisáceos, apenas habitado por biznagas, cardones, aves y serpientes. Aquí se monta el campamento, con tiendas de campaña, regaderas y un comedor.
Después de la comida, hay un paseo en kayak. Solo estas embarcaciones caben en las grietas de rocas volcánicas enormes que emergen del mar. Hay otra propuesta: caminar por los riscos en busca de víboras de cascabel.
Al día siguiente, el grupo avanza hacia El Pardito. De todas las islas del mar de Cortés ésta es la más pequeña. Sus únicos habitantes son los 10 integrantes de la familia Cuevas.
La aventura del día consiste en aprender a recolectar almejas chocolatas. Hay que sumergirse con los Cuevas y con los guías naturalistas. La recompensa consiste en saborearlas durante la puesta de sol con una cerveza fría.
Para darle tiempo a los cocineros, se pueden recorrer los manglares de la Isla San José, la más grande de todo el golfo de California. A través de los canales, el desierto va quedando atrás para dar paso a una vegetación exuberante que da cobijo a varias familias de aves. Más adelante, en Palma Sola, se llega a una pared de más de 100 metros de altura tapizada con fósiles marinos.
La casa del babisuri
Los días que restan de la expedición son para caminar las lagunas secas y los suelos fracturados por la sal de la isla San Francisquito. También se contemplan sus dunas, imposibles de tocar con la planta de los pies por ser un área protegida.
Por las noches se observa la Vía Láctea sin telescopios. A veces, la única fuente de luz es la de la luna. Unos tragos de vino tinto no pueden faltar para brindar por tan preciado regalo, el cual también complementan las mantarrayas que aparecen cerca en la orilla del mar.
En la isla Espíritu Santo, además de esnoquelear con lobos marinos, hay otro animal que espera la llegada de los viajeros: el babisuri, pariente de los mapaches. En el golfo de California encontró su último refugio, pues la especie se encuentra en peligro de extinción. Las caminatas para encontrarlo pueden tardar hasta dos horas. Cuando su cola anillada aparece, hay que seguirlo para ver cómo juguetea con las serpientes cornudas.
CABO EXPEDITIONS
Las expediciones están vigentes todo el año, pueden realizarse por tres o por siete días.
Precio: 2 mil 500 dólares por persona, en plan todo incluido. La pernocta es en tiendas de campaña equipada con colchones. Pueden participar mayores de 10 años.
Web: www.caboexpeditions.com.mx