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9 cosas que seguro no sabías de Kangaroo Island

La isla donde los leones marinos, koalas y canguros se pasean por donde sea a su antojo

El canguro de Kangaroo Island es más pequeño que el resto de los ejemplares australianos. (Foto: South Australian Tourism Commission)
06/06/2016 |23:05Gretel Zanella |
Gretel Zanella
Editora de DestinosVer perfil

¿Dónde está?

La gente local la llama KI. Se encuentra a unos 112 kilómetros de las costas de Adelaida, capital del estado de Australia Meridional (South Australia). Tiene 4 mil 405 kilómetros cuadrados de superficie. Es más pequeña que el estado de Morelos (cuatro mil 879 kilómetros cuadrados).

Canguros por todos lados

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El canguro de Kangaroo Island es una especie endémica, más pequeña que el resto de los ejemplares australianos y de pelaje más largo y oscuro. Es un animal nocturno, así que para verlo en acción se sugiere tomar un recorrido guiado que comience al atardecer en la región de American River y en la estancia Grassdale. Mientras estos marsupiales —que a veces se juntan por decenas— brincotean y juegan por todos lados, los encargados sirven canapés y vino local a sus visitantes. También se atraviesan varios (o muchos) en el camino, en el Parque Nacional Flinders Chase.

Más canguros que humanos

Cuatro mil 600 personas viven en KI. Hay entre 12 y 13 canguros y 125 ovejas en promedio por cada habitante.

Intrusos peludos

El aceite de eucalipto es uno de los principales productos de exportación de Australia. Emu Ridge es una destilería famosa en Kangaroo Island, abierta al público para mostrar cómo se elabora el elixir que ayuda a destapar vías respiratorias y aminora el dolor de la artritis. El árbol de eucalipto es la única comida de los koalas, tiernos y perezosos marsupiales que no son oriundos de esta isla y que la han sobrepoblado. Se tiene un registro aproximado de 15 mil individuos. El viajero puede encontrárselos en cualquier parte, pero uno de los pocos sitios donde es posible cargarlos es en el Kangaroo Island Wildlife Park. www.kiwildlifepark.com

Leones marinos

Seal Bay Conservation Park es un pedazo de playa habitado por una colonia de leones marinos australianos en peligro de extinción. Hay alrededor de mil. Los viajeros que quieran acercarse a ellos deben ir acompañados de un guía y seguir una rigurosa instrucción: no se vale tocarlos ni “hacerles fiesta”, algo que resulta muy difícil, pues son lo suficientemente carismáticos y juguetones para conquistar el corazón de cualquiera. Como dato curioso, estos mamíferos —que viven alrededor de 20 años en estado libre—, además de peces, comen piedras.

Buenos vinos

Sus tierras son propicias para la producción de grandes vinos australianos. Unos 13 viñedos organizan catas y otras actividades, como días de campo; tienen restaurantes, cafés y pequeños hoteles dentro de sus propiedades. kangarooislandwineries.com.au

La tierra del buen comer

No hay cadenas de comida rápida ni tampoco semáforos. Así como se protege la flora y fauna del destino, la gente local cuida, meticulosamente, que los ingredientes de su gastronomía sean frescos y estén elaborados con la más alta calidad. La buena comida es parte de su estilo de vida.

¿Dormirías aquí?

Aislado, moderno y sofisticado. El Southern Ocean Lodge es un alojamiento construido sobre dramáticos acantilados, con vistas hacia el océano Índico. Su concepto es todo incluido de gran lujo (nada de comidas buffet). La tarifa más baja por dormir una noche en el hotel es de mil 100 dólares australianos por persona (unos 14 mil 600 pesos). En la isla también hay hostales y otro tipo de alojamiento mucho más económico. southernoceanlodge.com.au

Esculturas naturales

El Parque Nacional Flinders Chase tiene varias maravillas: el faro de Cape du Couedic; el arco natural Admirals Arch, cubierto en su interior de estalactitas (que en realidad son raíces fosilizadas) y ocupado por una colonia de lobos marinos neozelandeses; el santuario natural Black Stump, donde, con suerte, se dejen ver los ornitorrincos, y Remarkable Rocks, un conjunto de rocas de granito puestos como esculturas naturales de cara al mar.

La erosión lo ha ido moldeando desde hace 500 millones de años. El monumento es bastante fotogénico e interactivo: el visitante puede entrar en sus agujeros y sentarse en algunas formaciones que parecen sillas, pero hay que tener cuidado, el piso de roca es resbaladizo y, de repente, las olas golpean con violencia.