Más Información
Derechos Humanos CDMX reconoce a Azucena Uresti, Loret de Mola y Héctor de Mauleón; honra su libertad de expresión
Preocupa a organización binacional recorte presupuestal en consulados de EU; piden reforzar presencia
Cárteles mexicanos reclutan a estudiantes de química para producir fentanilo, asegura NYT; buscan crear una droga más fuerte y adictiva
Ambientalistas condenan manejo de fauna en el Tren Maya; “La biodiversidad de México no debe ser sacrificada en nombre del progreso”
Senadores de Morena ven Corredor Interoceánico vital para diversificar comercio; representa un centro estratégico global
MARINA VILLÉN / EFE
Templos casi vacíos y cruceros amarrados sin visos de surcar a corto plazo el Nilo es la estampa que presentan las ciudades de Luxor y Asuán, cuyas ruinas faraónicas esperan el retorno de los turistas. Más inquietos que los templos se muestran la mayoría de los habitantes de estas urbes monumentales que se dedican (o se dedicaban) a un sector que hasta hace pocos años era uno de los principales motores económicos de Egipto.
El gobernador de Luxor, Mohamed Badr, reconoce que su ciudad depende del turismo desde hace décadas y que de un millón 500 mil pernoctas y tres millones 500 mil visitas al día, alcanzadas en 2010, ahora solo reciben alrededor de 15%.
Desde la revolución de 2011 el turismo se ha desplomado, pero la gota que colmó el vaso fue el atentado terrorista contra un avión ruso en la península del Sinaí, que sesgó la vida de 224 personas en octubre pasado (sin contar el ataque protagonizado, en septiembre de 2015, por fuerzas egipcias a turistas mexicanos).
El reciente siniestro del avión de Egyptair en el Mediterráneo es el último caso que daña la imagen del país, aunque muchos de los que viven del turismo no consideran que tendrá un gran impacto.
“El turismo está hundido y es nuestra principal fuente de ingresos. Más de 20 millones de egipcios viven directa o indirectamente del turismo”, se lamenta Mustafa Mahdi junto a su tienda en el templo de Karnak.
Mahdi, que regenta desde hace 15 años este negocio, saboreó los años dorados en los que las riadas de turistas que acudían a Karnak compraban recuerdos faraónicos.
Entre las numerosas causas de su desdicha, el comerciante destaca la tragedia del avión ruso. En esa época, ante la escasez de visitantes europeos atemorizados por los continuos conatos de violencia en el país, Luxor dependía de los turistas rusos que solían pasar un día en la ciudad, en el marco de sus vacaciones de sol y playa en los destinos del mar Rojo.
También han desaparecido del mapa los turistas españoles, muy asiduos, hasta antes de 2011, de los cruceros del Nilo, y, después, los latinoamericanos, especialmente después del bombardeo aéreo de septiembre pasado, en el desierto occidental de Egipto, que acabó con la vida de ocho mexicanos, explica Mahdi.
Ahora, la mayoría son chinos, pero estos casi no se fijan en sus mercancías y gastan poco dinero en recuerdos, cuentan con amargura los vendedores, que ven cómo sus mercancías se llenan de polvo mientras comercios vecinos cierran ante la falta de clientes.
Los turistas chinos no muestran temor ante la situación que atraviesa Egipto, pero no ocurre lo mismo con los europeos, que a cuentagotas se dejan caer por los templos de Karnak y Luxor, el Valle de los Reyes o por los puntos turísticos de Asuán, como la presa.