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Pasarela y extravagancia: así fue Coachella

No solo es un festival de música, también es un territorio de extravagancias y de mujeres que parecen modelos

Coachella Valley Music and Arts Festival es un evento realizado durante dos fines de semana. (Foto: Chad Wadsworth)
02/05/2016 |04:30Samantha Michelle Guzmán |
Redacción El Universal
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samantha.guzman@clabsa.com.mx

INDIO, CA.— Mujeres con porte de modelos bebían cocteles a un costado del escenario. Se notaba que invirtieron horas en preparar su look: pocas prendas de telas vaporosas y llamativas. Sus melenas rubias lucían cuidadosamente alborotadas. De vez en cuando volteaban a ver el concierto en turno. A solo una valla de distancia, una chica de pelo verde bailaba con un amigo. Al abrazarlo, su vestido se levantó dejando al descubierto una diminuta tanga. A ella no le importó y siguió saltando. Esto solo puede ocurrir en Coachella.

Observé la escena y noté la diferencia entre las áreas general y VIP del festival. En la noche, ambas se convertirían en un caos irresistible de frenéticos bailes, risas y gritos.

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Coachella Valley Music and Arts Festival es un evento realizado durante dos fines de semana, a finales de abril. Tiene lugar en la ciudad de Indio, California. Es famoso por sus conciertos y la asistencia de numerosas celebridades.

Mi hospedaje no parecía antesala del caos que lo caracteriza. Me instalé en el área Safari Tents, tiendas de campaña que siguen la tendencia glamping. Estaban muy cerca de la zona de espectáculos, pero había que transportarse en carritos de golf.

A unos pasos de mi tienda se encontraba una carpa acondicionada como lounge. En él los huéspedes evitaban el sol mientras esperaban el turno de su músico favorito.

También había una carpa donde se ofrecían masajes. Grupos de amigos se tendían en el pasto que rodeaba cada refugio para broncearse y refrescarse en albercas inflables en renta.

Poniéndose a tono

Beauty Coach era una casa rodante dedicada a “embellecer” a las chicas, con peinados, adornos, maquillaje y tatuajes temporales. Este año, la tendencia fueron las trenzas. Las coronas de flores fueron quedando atrás. Con una estela de brillos en el pelo, salí hacia el festival.

Pronto descubrí que la locura que, se dice, hay en Coachella es cierta.

Sabía que no estaba en un festival cualquiera porque el público no podía ser más ecléctico. Estrellas de cine en ropa de diseñador, gente enfundada en botargas coloridas o casi desnudas. Todas cantando al ritmo de una canción de Guns N’ Roses.

Coachella presenta seis foros. El ambiente en todos es igual durante los dos fines de semana.

El área VIP no era otra cosa que una pasarela de outfits estilo boho chic. La zona general también tenía lo suyo: los más audaces imponían tendencia con ropa extravagante. Otros, solo eran raros. Un hombre con máscara de caballo bailaba cerca de mí. Una mujer se levantó la blusa; celebraba con el torso desnudo. Los guardias de seguridad le pidieron que se comportara.

El calor del desierto californiano no perturbaba a nadie. Se cubrían la nariz y boca con bandanas de colores. Para refrescarse había rebanadas de sandía y helados. El olor a marihuana se percibía frecuentemente, sin distinguir zona ni horario.

Gastronomía cool

La opción culinaria VIP incluía puestos de restaurantes de moda; uno de ellos fue The Church Key, que servía hamburguesas gourmet.

Hicieron su oferta más atractiva con tres restaurantes pop-up.

En la zona general servían platos tan sencillos como una rebanada de pizza y hasta tacos veganos. Había cocteles, cerveza artesanal y shots de nuestro querido mezcal.

Galería frenética

Cada año se colocan instalaciones de arte. Esta vez, un gigantesco letrero armado con flores decía “Bésame mucho”. Era uno de los más llamativos. Armpit simulaba una casa de árbol construida con materiales de desecho, cuyo interior podía ser recorrido. La abstracta Tower of Twelve Stories se encendía por las noches. Todas servían de escenario para las selfies. Pero la que nunca falta en cada edición es La Grande Wheel, una rueda de la fortuna, icono del festival.

Buscando el autógrafo

Algunos famosos querían pasar desapercibidos entres el público VIP, como Louis Tomlinson, de One Direction. Taylor Swift pasó casi corriendo, iba emocionada por el concierto de su novio, Calvin Harris. Muchos otros se pavoneaban entre las vallas del escenario. Había quienes saludaban, como Charlie Sheen o Taylor Lautner. Paris Hilton caminaba pretendiendo que el show era suyo.

Desfilaban “como no queriendo”. Como si no formaran parte de la parafernalia.

GUÍA DEL VIAJERO

Boletos

Para que vayas ahorrando, el precio de los boletos partió de los 399 dólares. El costo no varía mucho entre una edición y otra. Web: www.coachella.com

Cómo llegar

Tiene lugar en el Empire Polo Club, en Indio, California. Hay shuttles por 50 dólares desde el Aeropuerto de Los Ángeles. También se puede llegar al Aeropuerto de Palm Springs (a media hora).

Dónde dormir

El hospedaje en la zona Safari Tents cuesta siete mil dólares para dos personas. Incluye dos pases VIP al festival, transportación, desayuno, snacks, un masaje, una sesión en el salón de belleza y clases de yoga o pilates matutinos.

Hay paquetes de hotel con pases al festival, desde dos mil 565 dólares por dos personas en el JW Marriott Desert Springs.

Puedes quedarte en la zona de campamento por 99 dólares todo el fin de semana, en tienda o en tu auto. No incluye pases. En las áreas de camping hay facilidades como regaderas y Wi-Fi. También se organizan actividades y juegos. Tiene centro de bienestar y salón de belleza.