1. La diosa de carne y hueso

En Katmandú los turistas pueden visitar a una diosa reencarnada en una niña. Las candidatas a kumari (mujer joven) son niñas de entre tres y cuatro años; deben cumplir más de 30 atributos físicos y pasar varias pruebas. La elegida vive enclaustrada por años en un templo de la plaza Durbar hasta que tenga su primera menstruación. La diosa deja de habitar en ella. Sale muy pocas veces para participar en las festividades religiosas, pero sin pisar el suelo. Otras veces más se asoma rápidamente para que los curiosos y devotos la vean. Hay quienes le dejan ofrendas y ella les permite que toquen sus pies. Las diosas vivientes de hoy toman clases privadas y hacen tarea. La Casa de la Kumari sobrevivió al terremoto de abril de 2015.

2. El Reino de Mustang

En la frontera con el Tibet, es uno de los puntos más atractivos en las rutas de trekking de todo el Himalaya. Miembros de la familia real, destronada hace ya unos años, son dueños de una touroperadora que ofrece este tipo de expediciones. Mustang vivió aislado del mundo hasta los años setenta. El turista paga un permiso para poder entrar a este territorio seco y montañoso. El número máximo de visitantes permitidos es de mil al año.

El 80% de la población es hinduista. Nepal tiene más de 128 millones de habitantes y se calcula que en él se adora a más de un dios per cápita. En el hinduismo hay una trinidad principal: Brahma (el Creador), Vishnu (el Preservador) y Shiva (el Destructor).

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