En la ciudad china de Cantón, dos restaurantes, entre ellos el Heweilai, despidieron a meseros-robots por su ineficiencia: tenían problemas para servir sopa sin salpicar, chocaban unos contra otros y se descomponían con frecuencia, dijo uno de sus colegas humanos al Diario de los Trabajadores. Los androides pasaron de ser una atracción a una molestia para los clientes. Los establecimientos decidieron volver a contratar a camareros de carne y hueso.

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