Cuando uno piensa en Arizona lo más fácil, lo obvio, es imaginar un enorme desierto. Y sí, Arizona es un enorme desierto, pero también es un estado que tiene todo: emociones y placeres, adrenalina y tranquilidad, vaqueros y zonas cosmopolitas. Es un estado fronterizo que está a solo tres horas de vuelo de la Ciudad de México y donde lo mismo se puede disfrutar de un buen vino en medio de un viñedo que parece un set de película, que ir a un rodeo donde los valientes montan toros de media tonelada. O ver la primera guitarra que usó Johnny Cash y un par de horas después hacer paddle surf en un lago que casi transparente.

Uva en las rocas

Arizona es uno de esos secretos bien guardados que clama por que lo descubran.
Uno de ellos es su pequeña pero floreciente industria del vino. El clima, altitud y tipo de terreno crean un sitio propicio para el cultivo de la vid. Y eso significa no solo vino, sino paisajes imposibles: imagina cómo se ven un par de hectáreas de parras, con sus uvas frondosas colgando de ellas y, detrás, un monolito gigante de piedra roja, muy al estilo de Arizona.
Los productores son verdaderos amantes de la uva, y sus tiendas lo reflejan: son acogedoras, con pocas variedades de botellas, añadas y varietales, pero la atención es personalizada y se transmite el sentimiento de que es importante para ellos que estés ahí.

Existen diversas zonas de cultivo y venta como Sonoita, Verde Valley y Willcox, todas ellas cercanas entre sí y que vale la pena visitar. Los viñedos que puedo recomendar, ya sea por su vino o la belleza del sitio son Oak Creek Vineyards (www.oakcreekvineyards.net), Page Spring Cellars (www.pagespringscellars.com), Javelina (www.javelinaleapwinery.com) y Stetson Winery (www.stetsonwinery.com).
Cerca de la región, y para continuar con los recorridos tranquilos, visita la ciudad de Lake Havasu. Es un pueblo pequeño, pintoresco y donde no hay mucho qué hacer… y eso se agradece. Lo mejor es pasear por sus calles tranquilas y con el encanto de los pueblos atrapados en cierta época que no es la nuestra, y después hacer un poco de paddle surf en su lago cristalino y sin una sola ola. Al final, después de comer alguna delicia tex mex en sus restaurantes, se puede —y debe— visitar el London Bridge.

¿Por qué un puente en el sur estadounidense tiene el nombre de la capital británica? Porque desde 1830 y hasta 1967 esa estructura cruzó el Río Támesis, pero después tuvo que ser demolida debido a su baja altura que no dejaba pasar barcos grandes. Un estadounidense compró los bloques de hormigón, los llevó a Arizona, los volvió a colocar en el orden exacto en el que estaban y creó su propio Puente de Londres. Es una excentricidad que refleja bien al estado, donde la gente es muy amable y hosca a la vez.

Música de todo el mundo

A un par de horas de distancia está Phoenix, la capital, que pese a ser una ciudad de casi un millón y medio de habitantes mantiene un aire pueblerino que le va bien. Ahí lo mismo se puede ir a un restaurante a comer un brisket jugoso, acompañado de frijoles a la cerveza, que ver a un vaquero en su caballo cantando canciones de hace un par de siglos que cuentan historias de una vida muy distinta.
La visita imperdible en la ciudad es el Museo de los Instrumentos Musicales. Podría parecer aburridísimo, pero es todo lo contrario. En él se exhiben las guitarras que usaron Carlos Santana y Johnny Cash en sus inicios, el piano en el que John Lennon compuso “Imagine” y los trajes de Elvis Presley. No es todo: muestra instrumentos de todos los continentes y de países tan diversos como Micronesia o Burundi, y te cuenta su evolución musical.
En ningún otro sitio he podido aprender de la historia no solo de la música, sino de la humanidad, de un modo tan diverso y entretenido.

Burros y cerveza fuerte

Si lo que quieres no son paseos por museos y lagos o catas de vino, sino algo más rudo y extraño, más del sur estadounidense, también hay opciones. Ya te conté del rafting en el Río Colorado, una de las experiencias más extremas y bellas que puedes tener en la vida. ¿Qué te parecería ir a un pueblo donde los burros salvajes son los reyes y los humanos dejaron de mandar en él hace mucho?
No hablo de una reserva natural, sino de Oatman, un pueblo minero que está en la legendaria Ruta 66 y que los humanos abandonaron después de que la veta de minerales se terminara. Algunos burros escaparon tras su partida y se convirtieron en animales salvajes que rondan por los montes cercanos. Y cuando lo desean, sobre todo por las noches, bajan al pueblo y lo hacen suyo.
Si eso no es suficiente, ¿qué tal una noche de rodeo? Uno de verdad, con vaqueros, sombreros, música country, cerveza fuerte, mujeres lindas y hombres que montan toros de media tonelada de peso. Eso puedes encontrarlo en varios sitios de Tucson y Yuma. Hay que decirlo: es mucho mejor en la vida real que lo que se ve en las películas.
Por todos esos contrastes, viajes y paisajes que pasan del lujo a lo extraño, y del arte a lo salvaje, Arizona es un sitio que hay que explorar.

HERRAMIENTAS

Vuelos
Aeroméxico cuenta con vuelos directos de la Ciudad de México a Phoenix. El tiempo estimado es de tres horas. Las salidas y llegadas entre semana son más económicas.

Visit Arizona
Sitio oficial de turismo. Encuentra hoteles de todas las categorías, actividades extremas y otros destinos que te parecerán de película. Recomendamos prolongar la estancia y visitar maravillas naturales como Monument Valley y Antelope Canyon. visitarizona.com

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