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viridiana.ramirez@eluniversal.com.mx
La furia del río Chichicasco se desborda por un tobogán natural de ocho metros. Puedo escuchar el agua estrellándose sin piedad sobre las rocas verdosas. Cierro los ojos, inhalo profundo y sujetándome del chaleco salvavidas, me dejo ir por la resbaladilla natural. En menos de cinco segundos soy devorada por el torrente y expulsada a una fosa profunda de agua helada.
El salto de valor es aplaudido por otros aventureros que, como yo, han llegado a uno de los cañones acuáticos más famosos de Malinalco, la Garganta de la Iguana, a pocos minutos de distancia del centro de este Pueblo Mágico.
Las paredes que superan los 70 metros de altura apenas dejan pasar los rayos del sol. No son lisas ni porosas, están repletas de prismas basálticos. Hasta arriba se pueden ver árboles frondosos donde reposan las familias de iguanas negras, de ahí el nombre del cañón.
Llegamos nadando al segundo salto de la travesía. Un prisma de tres metros de altura sirve de plataforma. Desde ahí se pueden ver los remolinos de “agua achocolatada”, es tanta la fuerza de la corriente que levanta la arena del fondo.
Seguimos avanzando y repitiendo saltos. De pronto, las paredes del cañón se cierran y todos debemos formar una fila para pasar de uno en uno hasta encontrarnos con una cascada. Para los guías es pequeña, pero ante nuestros ojos es una cortina amenazadora.
Para brincar de gusto
Atravesamos la cascada y aprovechamos para enjuagarnos una buena cantidad de tierra acumulada en el cabello. El escenario es perfecto para la foto del recuerdo. Al fondo se observan pequeños arco iris naciendo de los prismas.
Desde este punto nuestras piernas sienten el rigor del recorrido. Los saltos serán consecutivos hasta el final.
Los de espíritu cobarde pueden seguir nadando, pero los valientes nos animamos a seguir trepando por los prismas, a ver quién logra el brinco más alto. El vértigo me coloca en el tercer lugar, pues mi hazaña la comparo como si hubiese saltado de un edificio de tres pisos, mientras que el primer lugar presume haber vencido un prisma de 20 metros.
Por fin llegamos al final de la expedición, no sin antes realizar una caminata cuesta arriba de 20 minutos. Nos espera una comida caliente.
De regreso al centro de Malinalco, aprovecho el resto de la tarde para visitar el Museo Vivo Los Bichos, alojado en una casona divida en tres salas que exhiben tarántulas, mariposas multicolores, serpientes y los llamados “hijos de la lluvia”, una colección de hongos recolectados en los alrededores del pueblo.
Pero quienes logran asombrar a los visitantes son las mantis religiosas, pues el museo es el primer criadero legal y sustentable de México de esta especie. Incluso, se puede llevar una a casa, con su respectivo kit de supervivencia que incluye: una manti, registro legal de procedencia (acta de nacimiento), refugio, aspersor de agua y cultivo de alimento, por 150 pesos.
HERRAMIENTAS DE VIAJE
Quién te lleva
Maliemociones guía la expedición por 950 pesos por persona. Incluye transportación desde el centro de Malinalco, comida y seguro de gastos médicos.
En la maleta
No olvides llevar un cambio completode ropa; incluye zapatos. Es necesario el uso de repelente.
www.maliemociones.com.mx