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SAN MIGUEL DE ALLENDE.— Al caminar por las calles empedradas, entre fachadas de tonos encendidos, encontré la relajación total y el trato digno de la nobleza. Me di el lujo de dormir una noche en Rosewood, una mansión con jardines exuberantes, donde muchos quisiéramos vivir para que el apapacho sea eterno y nunca más tuviéramos que mover un solo dedo para hacer la cama o servirnos un café.
En un afán por explorar cada rincón del hotel, descubrí suites que cuentan con elevador privado. El lujo se nota en su mobiliario de estilo colonial, se plasma en sus obras de arte contemporáneo en los espacios públicos y en el servicio personalizado que no te ahoga.
La atmósfera es lo suficientemente íntima como para compartirla en pareja. Y para una cena romántica o una pequeña reunión, no hay que ir muy lejos. Recomiendo reservar una velada en La Cava, ubicada en la parte baja de la propiedad. Entre muros de piedra de grueso espesor se dispone de una mesa elegante con sillas de cuero. El lugar está decorado con fotografías de Frida Kahlo. Un retrato de ella, al fondo, domina la escena. Advierto que la temperatura es algo fresca y el ambiente es sobrio. Pero el elemento más interesante son las 800 etiquetas de vinos nacionales e internacionales que aquí se conservan.
Sabor y nada más
El restaurante Áperi, dentro del hotel boutique Dos Casas, se encargó de hacerme apreciar los sabores más a conciencia. Lo primero que noté fue la ausencia de manteles y adornos exagerados. El chef Matteo Salas, propietario del restaurante, prefiere que la comida hable por sí misma.
Su cocina es tan hogareña y de buen gusto como la de mi tía rica. Fui acompañada y nos invitaron a formar parte de la “mesa del chef”.
El mismo Matteo Salas convivió con sus comensales mientras preparaba la cena.
Seis granjas y un huerto propio proveen cada ingrediente. Y lo que traen de otro lado, debe ser cuidadosamente seleccionado, sin pasar por procesos químicos.
Matteo ha trabajado en varios restaurantes europeos. Para sus creaciones reúne lo mejor de las técnicas extranjeras con sus productos favoritos de la región.
Frente a mí, un rollo de aguacate relleno de pescado, con granizado cítrico y yogur, fue emplatado y decorado con paciencia y delicadeza admirable. Lo mismo ocurrió con cada uno de los 13 platillos de degustación. Mi preferido: una pieza de camote quemado al grill, cuyo toque de mantequilla enloquecería a cualquiera por su olor.
La experiencia se prolongó a la sala de degustación de la tequilera Casa Dragones. Se hizo de un espacio dentro de una verdadera hacienda de tiempos del Virreinato.
Hace más de dos siglos fue el cuartel general de un grupo de caballería al que perteneció Ignacio Allende. Ahora es la “casa espiritual” del tequila predilecto por celebridades como Oprah.
Aquí se originó la marca. Los responsables: Bertha González, la primera mujer en ser nombrada maestra tequilera por la Academia Mexicana de Catadores de Tequila, Vino y Mezcal, y Bob Pittman, cofundador de MTV.
En las páginas de una revista
En San Miguel no todo tiene una pátina de antaño. En 2010, el empresario estadounidense Harold ‘Spock’ Stream III inauguró un hotel boutique destinado a convertirse en un oasis para los amantes del arte. Para la decoración tomó piezas de su propia y amplia colección. Al hotel le puso Matilda, como su madre, amiga cercana de Diego Rivera. En más de una ocasión el pintor la retrató, pero solo una obra la enamoró. Es la misma que conserva el lobby del hotel.
Al llegar a mi nueva habitación me dio la impresión de estar en las páginas de una revista de moda. Predominan sofisticados tonos grises y minimalista, con un toque femenino. Matilda representa el alojamiento contemporáneo y suntuoso en San Miguel. Su espíritu vanguardista es un imán de artistas de talla internacional, como el fotógrafo Spencer Tunick, quien lo visita al menos dos veces al año.
No importa la dieta. Es un deber de todo viajero glotón, mejor dicho, de todo bon vivant, reservar una mesa en el Moxi del chef Enrique Olvera, el mismo propietario de Pujol en el DF, el número 16 en la lista San Pellegrino.
Su gastronomía es mexicana contemporánea.
Valió la pena hacer estómago para el menú degustación de cinco tiempos. Las porciones no son monstruosas, pero tampoco diminutas.
¿Y los souvenirs?
Hasta 1991, la Fábrica La Aurora se dedicaba a la producción de textiles. Los espacios que antes eran ocupados por pesadas maquinarias, se convirtieron en galerías de arte, restaurantes, tiendas de decoración y muebles antiguos; en resumen, un paraíso del diseño y las compras. Para cerrar mi fin de semana marcado por el placer, el olor a pan artesanal, recién horneado, me lleva a Cumpanio, mi último pecado, en el centro de la ciudad.
GUÍA DEL VIAJERO
Cómo llegar
Debes tomar la carretera federal 57 con dirección hacia Querétaro. A la altura de Buenavista, toma la carretera 111, la cual pasa por San Miguel de Allende. Tiempo de viaje: cuatro horas.
Dónde dormir
Rosewood. Nemesio Diez 11, Centro. Tel. 01 800 123 1700. www.rosewoodhotels.com
Matilda. Aldama 53, Centro. Tel. (415) 152 1015. hotelmatilda.com
Dos Casas. Dentro del hotel se encuentra Áperi. Quebrada 101, Centro. Tel. (415) 154 4073 doscasas.com.mx
Qué visitar
Casa Dragones. Recreo 16, Centro. Tel. Concierge: casadragones.com.mx
Cumpanio. Correo 29, Centro. Tel. (415) 152 2327 cumpanio.com.mx
Fábrica La Aurora. Calzada de La Aurora s/n. A 20 minutos del centro de San Miguel. Tel. (415) 152 1312 fabricalaaurora.com